Anoche soñé contigo.
Así comienzan muchos poetas sus obras. ¿Qué saben ellos de sueños? No soñó con ella sino con su alma, su parte más pura. Yo también lo experimenté en una ocasión. Soñé con el ánima de mi amor platónico. Sólo conseguí vanas esperanzas y fuertes sufrimientos. Todavía no entiendo por qué siempre recuerdo lo que más me duele de ti.
Eras perfecta, no había ninguna imperfección en tu cuerpo. No dudé en ningún momento de que era tu ánima y no tú. Tú eres mucho más perfecta, y tu alma dejaba ver algunos fallos. Pero era una fiel imitación a la perfecta realidad: tu pelo, tu mirada, tu sonrisa y tu voz. Intentaron confundirme y no lo consiguieron. Estabas en una parte elevada, vestida de blanco y yo sucio y desaliñado te veía desde abajo frente a un muro difícilmente penetrable. Los sueños son tus deseos hechos realidad o los fracasos de los mismos. Éste era un triunfo. Me gustaba. Si no estuviera aquí abajo y me encontrara con una persona impresionista, no entendería claramente cómo es. ¿Optimista? Llámalo ilusionista teniendo como público mi ánimo.
No me gustaba vivir en ese sueño, en esa época (igual que en la realidad). Pero no haré como otros hicieron y me evadiré a la antigua Roma o Grecia. Menudos cobardes pues. Seguiré en esta sociedad y moriré pensando que pertenecí al periodo más despreciable de la historia contemporánea. Pero vivo en ella.
Las pasiones creí que sólo eran terrenales y en los sueños se acrecentan estos sentimientos. Si estás enamorado, te vuelves loco; si estás feliz, cantarás y bailarás; si estás triste sólo buscaras una manera curiosa de suicidarte. Tranquilo, en el momento de sentir las pasiones despertarás y lo único que sentirás será tristeza.
Bienvenido al mundo caballero. ¿Desea un café...?
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