Lleva algún tiempo sobre el mismo sitio. Su sino parece haber sido escrito hace mucho tiempo, y no creo que varíe. Algún día es movido a otro lado de la mesa. A veces levantado y vuelto a poner en su sitio. Puede que se haya caído al suelo sin querer y sin sufrir rasguño alguno. Es tan dura la vida de marco de foto... Una vida estática, inmóvil, silenciosa y sustentante. Nadie se fija en él ni observa su belleza ni se admira al verlo diciendo :¡Oh, bonito marco! Está expuesto a la voluntad de su amo. Portarás siempre la misma escena y el mismo momento. El mismo fotograma año tras año. Triste historia. Triste escrito y triste elegía.
Pero tiene algo ese marco. Ese marco guarda un fotograma. Ese fotograma fue un momento de su vida, y además feliz. El marco hace que ese momento se mantenga en pie y que todas las mañanas al despertarte te dibuje una sonrisa y comiences el día de buen humor. Un fotograma en pie que recuerda las bases de dos vidas: sus infancias. Está lleno de vida, de esperanza, de recuerdos y de nostalgia. Es la expresión guardada en cuatro paredes y expuesta a los demás. Es la manera más simple y más bonita de guardar el recuerdo. Cuando miramos la foto enmarcada, nos gustaría volver a esa época y, aun sabiendo que es imposible, nos gusta tenerla delante e imaginar y soñar con ese momento.
Un marco no es más que el cautiverio voluntario de un fotograma de la vida.
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