"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Baile de sombras.

Luces intermitentes sobre paneles grises que invitan al vaivén de las sombras que se abrazan.
Luces que marcan cada paso a la pareja en un vals eterno que solo conoce la noche.
Y enmarañan los suelos,
los sueños,
mientras todo gira.
Las dos manchas grises se miran sin ojos, sonríen sin labios
hasta que llegan los focos sobre paredes huecas donde se proyectan los cuerpos etéreos.
Todo se reajusta y vuelve a su posición de salida donde el espectáculo siempre empieza.
Las sombras se funden y confunden en una amalgama de mentiras y besos que aprovechan sus últimos momentos antes de que la luz del sol les descubra y borre hasta los recuerdos.
En silencio se desvanecen con el único consuelo de que cada noche volverán a encontrarse en la pista de baile.

miércoles, 27 de abril de 2016

Aquí yace Bernard Donovan.

La tormenta de balas acabó y cesaron al fin las llamas de los cañones. Los estruendos de los tiros callaron como lo hicieron aquellos proyectiles que fueron a dar contra la pared y contra el joven Donovan. Ahora solo se oía su sangre caer lentamente al suelo sucio del callejón. Veintitrés años y ya había tirado su vida a la basura. ¿Era acaso una causa justa? ¿Siquiera una causa necesaria o útil? No, en absoluto. Es cierto que nacer en las calles de Gunna empuja a los chavales a dormir con un revólver bajo la almohada. Pero el caso de Donovan tiene que ver con su afán por demostrar que es el más valiente, que podía acabar con los Fuil él solito. Retar a esa familia es como bajarse los pantalones a las puertas del infierno y dejarle al dios de los muertos un regalo en el recibidor. Son las reglas tácitas de la zona: nunca juegues con los Fuil. Y el chico lo sabía bien. Aún así lo hizo. Ahora su madre llorará la pérdida de su querido hijo y pondrá una lápida en su tumba alabando sus virtudes.

Aquí yace Bernard Donovan

Otro pobre idiota al que le está bien empleado.
Su familia y amigos no lo olvidan
a pesar de ser un gilipollas de manual.

Sería, quizás, una lápida más acertada que la que tendrá.

jueves, 7 de abril de 2016

Los restos de vida que habitan en la sangre.

Lo vi en las vitrinas de los escaparates que mirabas.
Tu reflejo manchó los impolutos cristales
y las marcas de tus ojos amenazantes me recuerdan
las alturas que sufrimos con los pies en el suelo.

Cada día busco un libro, un perfume, un sombrero
que, en silencio, se aleje de tu risa endiablada
y me conduzca por caminos transitables
por los que solo los sabios ancianos dejan sus cansadas huellas.

Una luz que sufre junto a una oscuridad que teme.
Un vacío que padece de exceso de espacio lleno de silencio.
Agua informe en un vaso cilíndrico.
Los restos de vida que habitan en la sangre.

Como profecías y augurios de locos ignorantes
e intuiciones suicidas que caen en oídos sordos.
Como peces que se resignan a vivir en la pecera
y aún así, permanecen eternamente en ella.

Quema las vitrinas.
Que no queden ni sus cenizas.

domingo, 3 de abril de 2016

Dice que no sabe cuándo llueve y cuándo no.

Él no sabe cuándo llueve y cuándo no.
Y las gotas le dan en la cara
y se le llena el rostro de agua.
Pero dice que no sabe cuándo llueve y cuándo no.

El viento le mueve el pelo,
se lo despeina y juega con él
como si las hadas encontraran divertido
aquel ir y venir de mechones.

Cierra los ojos y piensa en lo absurdo
de todo lo que piensa que cierra al tapar sus ojos.
Estúpidas manías que repite sin preguntarse,
como un río busca incesante su mar.

Al abrirlos todo sigue igual,
las ideas, el viento, el agua,
cada cosa en su lugar.
Pero dice que no sabe cuándo llueve y cuándo no.

sábado, 2 de abril de 2016

Limpieza en la casa de los William.

- ¿Quieres dejar eso, coño?
- Tranquilízate, ya está hecho.
- Aún no. Venga, mete los dos cuerpos en el coche. Tenemos que salir cagando leches de aquí.
- Voy.
- Los llevamos al norte y nos deshacemos allí de ellos.
- Joder, la señora pesa de cojones.
- Voy a llamar al jefe. Date prisa.

- Hemos tenido un pequeño problema. La señora lo vio todo y tuvimos que actuar... Lo sé, no estaba en los planes pero no podíamos dejar cabos sueltos... Lo siento, jefe... Sí, salimos de aquí en cinco minutos... Adiós.

- Mathew, como suponía, la hemos jodido. Así que prepárate para la bronca del jefe. Tenemos que estar en una hora en el Mason's Club.
- Genial. Encima eso... menuda nochecita llevamos.
- Venga, carga con el tipo este y vámonos.

El pequeño Jason lo vio todo desde la puerta entreabierta. Sus ojos rojos llenos de lágrimas le empañaban la vista mientras presenciaba cómo cargaban el cadáver de su padre. Aquellos dos rostros quedarían marcados en su mente de por vida.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Esferas con picos.

Perdimos el centro de nuevo
y nos adelantamos a lo que temíamos.
Un abrazo amargo
y se me escapó una mirada cansada.
Llegando siempre tarde al baile
con la ropa mal puesta y sin peinar.

Y vienes y vas, dando tumbos y perdido
descalzo y con serpientes por caminos.
Puede que no comprenda el juego
y que acuda a las instrucciones
escritas en el caótico río.

Busco el minotauro y levanto mi espada rota
aplicando estrategias suicidas para ganar el premio
en ciudades cuadriculadas
donde todas las calles son la misma,
corriendo sin necesidad
y parando en las esquinas para tomar aire.

Esferas con picos
Mentiras ciertas.

jueves, 3 de marzo de 2016

Hora de cerrar.

En aquel garito sonaba una y otra vez aquella canción de ritmo machacón que terminaba destrozando los oídos pero que inevitablemente hacía que los cuerpos se movieran de manera sincronizada. Curioso que una canción con una letra tan desgarradora nos desinhibiera tanto. Supongo que será cuestión de emociones extremas que se tocan en algún punto. Adrenalina que fluye. Aire cargado, viciado. Sudor y miradas que patinan en los rincones superiores de la sala. El cruce es inevitable y aumenta la frecuencia con la que el vaso adopta una posición horizontal; como sus ojos insalvables.

Todo se mancha y todo sigue igual. Sus ojos se han perdido en el baño y los míos están algo más rojos. El tiempo pasa rápido y lento a la vez. El alcohol sube rápido a la cabeza; baja lento en el vaso. Actúa normal. Fallos en la percepción. Noción de tiempo y espacio combadas. Que no se te note. La música no está lo suficientemente alta y van a cerrar el bar. Una línea roja más en el cuaderno. Un nombre menos por tachar.

- Está hecho, jefe... No, nadie ha visto nada.

lunes, 22 de febrero de 2016

El trato.

- Jane... ¿Puedo saber su apellido?
- Eso es todo lo que necesitas saber. A las 11 donde acordamos. Sé puntual. Si no estás a la hora me esfumo.
- Tranquila, allí estaré.
- Y vigila que no te sigan un par de amiguitos. Si veo algo fuera de lo normal no hay trato.
- No saben nada de esto.
- Pues procura que siga así.

...

- Tírame la carpeta con los documentos.
- Jane, ¿es necesario todo este protocolo?
- No se me olvida que eres policía. Y uno corrupto. Si eres capaz de traicionar a tus iguales podrías hacer lo mismo con alguien del otro bando.
- Yo no estoy en ningún bando. Trabajo por mis intereses.
- Por eso no me fío. Terry, recoge la carpeta y tírale la bolsa.

Detrás de Jane suena el click del martillo de un arma a la altura de su cabeza.

- No me jodas, Terry...
- Señorita Jane, como bien sabes me dedico al no tan noble pero complicado arte del engaño. ¿De verdad pensabas que vendría solo? El zorro disfrazado de conejo estaba en la madriguera y reconozco que llevaba un buen disfraz. La lealtad no es relativa si se tienen los principios claros y Terry, efectivamente, los tenía. Pero te hizo creer que eran bien distintos. Te cegó la posibilidad de dar con Jason y descuidaste quién te seguía. La antigua Jane no habría caído en la trampa. También es cierto que no habría tenido el valor de venir hasta aquí a negociar con un policía.
- Hijo de puta... ¿Qué quieres?
- Eres una pieza bastante interesante. Tengo dos opciones: entregarte a la policía y ganarme un ascenso o, y esto es más divertido, entregarte a Jason. Es la ventaja de no estar en ningún bando, que las posibilidades se multiplican. Terry, vámonos.

Jane recibe un golpe seco en la cabeza y cae al suelo inconsciente.

- Recoge la carpeta y la bolsa. Mete a Jane en el maletero y déjame en Green Street. Tengo que hacer un par de llamadas. Llévate a Jane al cobertizo y espérame allí.

viernes, 22 de enero de 2016

Vértigo a las despedidas.

Una cafetería donde se encuentran los alientos gélidos
que se igualan al ritmo de un traqueteo de los dedos en la mesa.
La mujer se sienta y pide un café para rescatarse de las balas
de un pasado que acribilla por la espalda.
Echar de menos para escapar por las ventanas
sobreviviendo a caídas mientras duerme.
Y quien se declara culpable escupe al aire
mientras pregunta por un camino hacia el baile.
Con páginas amarillentas y alfombras menos limpias,
los pies descalzos y el alma llena de miradas.
Un parpadeo acuático nostálgico y echar a correr
con pasos acústicos que retumban en el pecho.
El loco de las fotos y el lodo en los fosos
donde duerme una pelota de un niño.
La mujer aún no superó su vértigo a las despedidas
y buscaba a todos aquellos que intentaron irse.

jueves, 14 de enero de 2016

Bienvenido aire sin pánico.

Aún mantengo los ojos abiertos
y el sombrero en la cabeza.
Las marcas de los nervios en los dedos
y un seguir caminando de sentidos.
Vivo y meto aire en los pulmones
indecentemente consecuente.
Con cabos cóncavos
aún por atar.
Y versos convexos,
con besos,
sin ellos.
Da igual.
No me hacen falta rescates
ni cuerda de la que tirar.
La frente alta
y sin buscar una señal,
rompiendo ventanas
saltando silencios.
No hay preguntas
ni gritos con tu nombre.
Todos quedaron ahogados en un viejo sofá
que ahora arde en el desierto.
Adiós humo manchado,
bienvenido aire sin pánico.

jueves, 7 de enero de 2016

El bar vuelve a estar abierto.

- ¡Has vuelto, Jason!

Apareció por la puerta con un cigarrillo en los labios y la mirada baja.

- Y por lo que veo aún no se me ha puesto una copa...
- Ahora mismo.
- Tienes el bar vacío, David. ¿Qué ha pasado?
- Desde que dejaste de tocar en este bar nadie se ha vuelto a pasar por aquí. Solo abría por si venías de vuelta por aquí. Pero ahora sé que no te irás. ¿Verdad?
- Nunca me he ido. Solo descansaba. He conocido gente nueva. Entre ellos una chica llamada Jane. Se dedica al tráfico de armas y pretende montar una buena. Seguramente oigas hablar de ella este año.
- Gracias por volver, Jason.
- Ya te arrepentirás.

Jason cogió su copa, apuró su cigarrillo, le dejó el dinero en la barra a David y caminó hacia la esquina más oscura del bar, donde se perdió entre las sombras.