"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Apunta siempre a la cabeza.

Le quedaban unos minutos de vida antes de acabar desangrado sobre la moqueta. A pesar de estar ahogándose con su propia sangre, Jason solo pensaba en que al menos, el hijo de puta que tenía al lado había aguantado menos tiempo vivo que él. Falló no dando un tiro mortal, menudo error de novato.

Recuerda, hijo, apunta siempre a la cabeza.

No, ese consejo no le había salvado la vida pero al menos aquel cabrón ya no golpearía más a Jane. Así que encendió un cigarrillo y su vida se escapó junto con el humo de su última calada.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Adicciones.

Jason tenía ganas de perderse, emborracharse con un ron dulce y amanecer en cualquier calle. Quería dejar de pensar en lo mismo de todas las noches y esperaba que el mismo ron le calmara el pensamiento. Pero olvidaba que en cada trago volvía y se presentaba como un espíritu de aromas y tacto caliente. Quizá el problema estaba en su adicción a lo volátil e inexistente.

martes, 9 de septiembre de 2014

Hoy lo he recordado todo.

Corrimos hacia la playa porque era tarde y se nos escapaba el sol.
Y con sus colores amarillos y naranjas fue un atardecer prohibido.
Que si se me escapa un guiño me lo recojas sin pedir nada
y el silencio más cómplice nos abraza.

Patadas a rocas y un sol abrasador me asfixia cada mañana
pero me sobran ganas de matarme en su hoguera.
Nudillos rotos contra contadores que marcan cada segundo,
y sus manecillas retumbaban en mi cabeza sin escrúpulos.

Como un cuento al que le falta un final, que queda incierto
y que deja el alma preparada para una inminente catarsis que no llega.
Como unas olas que cogen fuerza pero no llegan a la orilla
y quedan como agua muerta en mitad de la nada.

Pero aquí no hay mar, ni gaviotas, ni rocas que patear.
No hay barcos a los que escaparse ni puertos donde dormir.
Me quedo en aeropuertos muertos donde el tiempo no avanza
y el suelo está sucio y frío.

Hoy lo he recordado todo.

El abandono.

Jason golpeó la mesa al grito de: ¡Dios no existe!
Y acto seguido lloró desconsoladamente por todos esos años de abandono.
- Y si Dios existe, que no golpee con demasiada fuerza o que esté preparado para una respuesta inminente.