Vaivén de artículos,
siempre cambiante, mar,
que se enfurece, crece,
se eleva para descansar
sobre mis manos.
Otras veces con ritmo constante-
mente acompasado al tambor
de unas conchas sin romper,
brillantes en la media luna.
La pareja de delfines
juega, alegre y preocupada,
y a él se le olvidan las reglas
buceando cuando no le toca
con bailes helicoidales.
Un mar, un mar,
dos mares que se bañan recíprocamente
y que borran las fronteras,
los márgenes carmesíes.