"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Recuerdos y Roma.

Calles italianas heladas por el tiempo. Piazza Navonna, enciendo un cigarrillo. Veo mi cara en el semblante del guitarrista de la calle y mi cabeza en el boceto de aquel artista. Cultura y arte a cuatro grados bajo cero y yo a alguno menos tras lo de esta tarde. Tras estar largo rato tumbados en el parque, tú te callas y te marchas sin despedirte. Tiro la colilla al suelo al son de aquel tango argentino. Cierras esa puerta que un día abrí para que entrara aire fresco en esta habitación que cree ser balcón de paisaje costero. Techaste el patio interior aspirante a ser andaluz por sus alegres ortigas. Sonríes y huyes por la calle de Bernini. El artista plasma en lienzos la historia de amor de dos jóvenes. Le gusta que la gente se sienta identificada con sus obras. Diez grados bajo cero. Enciendo otro cigarrillo, me levanto y me dirijo al hotel. Términi, corazón enfermo, cosmopolita noche. Las pizzerías al taglio ya cierran y los bares de negocios comienzan su jornada laboral. Al igual que tú y mis sentimientos. Habitación de hotel individual, jeringas en baños comunes y duchas a ritmo de Indie. Último cigarro de la noche, redondo y cilíndrico como nuestras vueltas cuando nos revolcábamos en la hierba.
Dulce pensamiento, amarga agonía.

Chicadicto.

¡Una birra por favor! Trago grande y dejar que las papilas hagan el resto. Enciendo un cigarro, cojo la birra y me la llevo a una mesa. Estos son los pequeños placeres de la vida. Podría escribir un libro con millones de situaciones en las que una cerveza me ha ayudado a salir adelante. Oigo noticias pésimas en la televisión. ¡Apaga el aparato ese por favor! En el bar había bastante gente así que el camarero apagó la tele. Vuelvo a beber de mi jarra y oigo una voz femenina de fondo. Me atraganto y toso. Entraba con un montón de amigas, dispuestas a tomar algo y charlar sobre cosas de chicas. ¿Qué hace ella aquí? Es lunes, hay clase. ¿Se habrá fugado? No, no lo creo, se ve que es una chica muy responsable, y de ciencias. Oh, es 29, maldita huelga general... Y para un día que quería disfrutar de mi cerveza a solas. ¿Qué hace? ¿Se está sentando en una mesa? ¡Joder! Ahora tendré que saludarla para no ser maleducado. Pero ¿cómo se lo digo? ¿Llego allí y digo hola, dos besos y me voy? Bah, mejor no voy, me quedo aquí y finjo no haberla visto. Pero me va a ver aquí sentado. Termino mi cerveza rápido, voy a la barra y pago dejando la vuelta de propina. Salgo a paso rápido y cuando giro la esquina de la calle, enciendo otro cigarro. Estoy empezando a ser adicto a esta mierda de alquitrán. Mejor serlo a esto que al cuerpo de esa chica. Lo olvidaba, a eso también comienzo a ser adicto.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El faro.

Menuda mierda de cuchitril. Estoy harto de vivir encerrado en una habitación llena de libros, en una casa llena de gente que grita: NICO, NO HAS HECHO... bla, bla, bla...A ver si se callan ya y me dejan en paz. Pretenden que estudie y ni siquiera respetan mis horarios de estudio. Todo el día echándome en cara cosas y más cosas. Ellos también fallan y no estoy todo el día encima. Me pongo los cascos y escucho a mi grupo favorito: Skizoo. Parece que así es mi única manera de evadirme de toda esa gente que me grita todo el día.
Termina la canción, me pongo mi chupa de cuero y salgo a la calle. El día está nublado. Así habrá menos gente en la calle, más tiempo para relajarme. Camino por la larga avenida con pasos firmes pero disfrutando de cada pisada. Olor a tierra mojada. ¡Vaya! Parece que después de la tormenta de mi casa, viene la calma entre las nubes grises de la calle. Graciosa ironía ¿eh?. ¡Joder! Ya viene otra vez el pesado ese. Déjame ya en paz tío, que te pires, que no te quiero ni ver, todo el día pidiéndome que vaya al faro contigo. ¡Clara! ¿Vamos al café? Vamos juntos de la mano al café de la esquina. Allí pido dos cafés pero uno descafeinado, el de ella, aunque en realidad sólo lo pide por encajar conmigo y aparenta que le gusta el café porque siempre lo deja entero y me lo tengo que beber yo. Salimos, la despido con un beso y me marcho dirección mi hogar. Sí, ese sitio terrible donde están todo el día como el pesado del faro. No aguanto aquí, voy a acabar loco. Llaman al timbre. Es Clara. Quiere que vaya con ella al faro. Bajo corriendo las escaleras. No me había dado tiempo a quitarme el abrigo así que salgo sin más. La beso y vamos de la mano hasta el faro. Allí me encuentro al señor tan pesado que insistía día tras día que le acompañara al faro. Me grita muy fuerte y Clara no puede creer que no le haya acompañado ni una vez cuando aquel hombre era su padre. Los dos me gritan y yo retrocedo hasta que tropiezo y caigo faro abajo. Mi nombre de verdad era Alberto. Nico era tan solo el apócope de mi esquizofrenia.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Cerveza, tabaco y otras movidas.

De la mesa a la boca y de la boca a la mesa. No muy grande el recorrido para ella pero sí para su compañera que desaparece poco a poco de su interior. Cambio de canal y sólo veo mierda en la televisión. A veces me entran ganas de prenderle fuego. Me termino la cerveza, levanto el culo del sofá y estiro un poco mis músculos agarrotados después de tanto tiempo sin moverme.Me ducho mientras escucho frases como "Puede que me deje llevar", "puede que levante la voz", "puede que me arranque sin más". Sí, eso me levanta el ánimo. Me visto rápido, le dejo comida a Terry (mi Pastor Alemán) y salgo a la calle con las llaves y un paquete de tabaco. Allí en el parque enciendo un cigarrillo y veo a niños jugar al fútbol, viejas contar sus historias y madres sin nada que hacer. Mierda, otra vez paseando tú con tu ondulado pelo azabache, con tus ojos de miel, con tu nariz graciosa. Mira que hay ciudad y te tengo que encontrar a ti. Me mira y me saluda tímidamente con su voz aterciopelada y yo como un imbécil embelesado le contesto embobado. Joder, asco me doy de mí mismo cuando no puedo controlar mi forma de ser ante ella. De repente toda mi forma de pensar, de actuar y de sentir cambia cuando la veo. Voy al bar más cercano y bebo rápidamente una birra muy fría. Dicen que cuando se piensa, hay que hacerlo con la cabeza fría, ¿no?. Salgo rápido dejando dos con cincuenta en la barra y me dirijo a mi apartamento otra vez, no quería seguir en esta mierda de ciudad enferma. Pero, otra vez me la encuentro. Con su tono de sirena me insinuó la enorme coincidencia de encontrarnos dos veces en menos de diez minutos. Y yo, otra vez, como un gilipollas, vuelvo a ser el que no soy, a ser muy dócil, a ser muy blando, a ser un mierda. Pero pongo como excusa que llevo prisa y sigo adelante. Llego al portal, entro en casa y me tumbo en el sofá. Menuda mierda de paseo, lo hago para despejarme y lo único que consigo es volver a turbarme. Voy a la nevera, cojo otra cerveza y otro cigarro. Estos dos serán mis fieles compañeros en este viaje.