"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

martes, 25 de octubre de 2011

La danza de una Ninfa.


Como una estatua, quieta, en medio de la escena, una mujer de pelo negro, ondulado, y vestido con telas transparentes mira hacia el frente, sin mostrar emoción o sentimiento alguno. Los músicos comienzan a tocar: uno, su instrumento de cuerda. Otro, sus robustas percusiones. Y la helena figura comienza a moverse, de forma muy sensual, hacia la derecha, levantando su pierna izquierda y dejándola caer para dar una vuelta sobre sí misma y hacer girar sus vestimentas. Sus brazos se mueven como lazos expuestos al viento y consiguiendo que sus manos se fundan con el resto de sus extremidades, homogéneas completamente. La danza recuerda a figuras esculpidas por los grandes maestros que dominaron la técnica de paños mojados: las telas de su traje resbalan por sus formas siguiéndola como un alma tras su cuerpo que se queda atrás por no ser capaz de acompañar el ritmo de sus movimientos. Se acerca a su público, todo masculino, y gira de uno en uno para dejar que todos inspiren su fragancia fresca y cautivadora. Los ojos de los espectadores, embobados, se centran en la mujer, incapaces de mirar a otro sitio: sus retinas estaban imprimiendo en sus mentes un recuerdo que jamás podrían olvidar. La percusión incrementa la velocidad, y con ella los movimientos de la joven: hacia arriba y hacia abajo, de un lado a otro. Y finalmente, como traca final de un espectáculo pirotécnico, la música calla y la mujer deja caer su cuerpo para así por fin su ropa poder alcanzar su forma.