"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

lunes, 26 de marzo de 2012

Cautiverio voluntario.

Esta noche hasta la luna se esconde de ti. Como la comisura de unos labios que esbozan una sonrisa, pasa desapercibida entre tantos puntos de luz que guardan deseos. No quiere saber nada de tu cárcel voluntaria a la que te ofreces en cuerpo y alma. Esa que cierras y sellas para solo estar tú contigo y lo que haces tuyo imponiéndole un arresto facilitado por tu hipnosis sirenil. Así tus memorias se reducirán a una cama con cuatro patas de sucias mentiras y a tus sábanas manchadas de hedonismo. Y seguirás fingiendo que eres feliz y que amas la vida, que todo te va bien, que todo te sonríe, que te comes el mundo y te quedas con hambre. Te acostumbras a tus cuentos de tal manera que no sabes lo que es verdad y lo que no, perdiendo la noción de lo que has vivido. Amnesia causada por farsas reflexivas que se convierten en recíprocas cuando entra alguien en tu cautiverio. ¿Quién sabe? Es posible que algún día quedes cerrada desde fuera con llave y te des cuenta de que la soledad es tu única compañera en tu universo particular al que llamas "vida".

miércoles, 21 de marzo de 2012

Cárcel de humo y palabras.

En esta cárcel de humo y palabras
respiro aire sucio e infectado que
tinta las paredes de negro y gris
y dibuja siluetas sinuosas e ingenuas.

Aro el ara sin colgarme del aro
y con sed de sol y café
unidos en una misma taza sin asa
bebo esculpiendo la vida que se va.

No existe adiós ni ola
que el mar te presta y te retira
y cuando das la vuelta a la moneda
el suelo se desprende, caes al vacío.

Agitas piernas y brazos con locura,
abrazas y pateas realidad
candente, incandescente, con oxígeno
que entra a bocanadas, que te quema.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Vil palabrería. Mil palabras.

Los mares agitan el agua verde.
La luna controla la fuerza de la olas
a pesar de ir siempre desbocadas,
de boca.

Vil palabrería. Mil palabras
que permanecen en la atmósfera y
al moverse una ligera brisa
entran directas a mi habitación
por la ventana.

Se desplazan sin tiempo ni espacio
pero fluyen e influyen en el tálamo
buscando únicamente el placer,
el hedonismo.

Vil palabrería. Mil palabras.
Mil palabras. Pura y vil palabrería.

jueves, 8 de marzo de 2012

Botones.

Caminaba por la calle cuando el sol cayó en picado y los edificios comenzaron a ser devorados por verdes enredaderas, rompiendo cristales y abrazando mortalmente todo a su paso. Sin embargo, seguía mi camino sin inmutarme.

Dos señoras ligeras de ropa aparecieron frente a mí, insinuándose y pidiéndome que las acompañara esa noche. Al principio pedían dinero por ello, pero tras mi negativa, aceptaban llevar a cabo su propósito de manera altruista. Las aparté, les tiré una moneda y seguí calle abajo. Era curioso ver cómo se abalanzaban sobre ella.

Un borracho se tambaleaba cuando, al verme, me echó un brazo al hombro y me ofreció ser su compañero de alcoholismo. Prometía pagarme todas las copas, no tendría que gastar ni un solo céntimo. Retiré su brazo de mi hombro, lo estabilicé para que no abrazara el suelo y seguí rumbo a ninguna parte.

Empezaba a hacer frío y me abroché los botones de mi abrigo. Uno de ellos se precipitó contra el suelo muy lentamente. Y apenas impacta, un gran estruendo ensordece mis oídos y me hace perder el equilibrio. Como una granada de mano explotando a mis pies. La cabeza me estallaba del ruido y mis ojos no dejaban de segregar lágrimas. Mis ropas se habían rasgado y al levantarme, me costaba no caerme por mi estado de conmoción.

Pedí ayuda a un señor mayor, y me lanzó una moneda. Me apoyé en los hombros de un joven y me apartó el brazo. Acababa de iniciarme en el macabro mundo de la calle.

miércoles, 7 de marzo de 2012

La vida.

- Manolín.
- Dime, Martín.
- ¿Tú te acuerdas de cuando a las 5 de la mañana, pasaba por tu casa y nos íbamos a la finca del señor Julián?
- ¡Pero bueno, Martín! ¿Cómo no me voy a acordar? Fueron buenos tiempos. ¿Recuerdas a la hija del señor Julián?
- ¡Hombre, menuda moza! Qué pena que al final se casara con aquel señoritingo de traje y pajarita hasta para ir al campo. Le daba asco mancharse los zapatos.
-Sí, una pena pero, si algo te enseña la vida, Martín, es que no por tener mucho, vas a ser mejor que los demás, y el que poco tiene, mucho busca. Así no le da tiempo a uno a aburrirse.
- Claro que sí, Manolín. Míranos ahora, sentados en esta terracita frente al mar, con un vinito. Y esto lo hemos conseguido con el sudor de nuestra frente, Manolín, no nos han regalado nada.
- ¡Y bien orgulloso que estoy de ello! A mis hijos no les ha faltado nada, pero yo he tenido que sufrir mucho para conseguirlo.
- Pero bueno, Manolín, eso lo hemos tenido que pasar todos.
- ¡Todos no! Martín, yo he visto mucha gente que ha trabajado conmigo en el campo durante dos meses y después se ha ido con una niña pija que le ha mantenido.
- Sí, Manolín, pero eso ni son hombres ni son nada.
- Vámonos anda, que se nos está haciendo tarde.
- Sí, será mejor. ¡Ay! Estoy ya viejo, Martín, me cuesta hasta levantarme de una silla.
- ¡Bah! Sigues siendo un chaval por dentro. Mírame a mí, ya no me puedo levantar pero no me preocupa. El vinito que nos hemos tomado, nos da una vidilla...

Y los dos ancianos siguieron charlando y riendo sin dejar de caminar, recordando por qué son grandes.