"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Con el Sol como escudo y la Luna como espada.

Estoy harto de estas cuatro paredes. Salgo de mi casa con mi libreta y un bolígrafo. Me siento en un banco mirando hacia el atardecer. Ese Sol anaranjado que ve su final, su muerte a manos de la noche capitaneada por la Luna. El Sol agoniza y yo disfruto su agonía. Poco a poco veo su lenta caída y cómo la noche se hace dueña de los terrenos antes ocupados por el Sol. Ambos, tanto él como ella, saben que la victoria será para la fémina. Y yo observo esa batalla y escribo en mi libreta:

"Cuán similitud existe entre los astros y nosotros."

Observo de nuevo la tarde y me doy cuenta del insistente esfuerzo que hace el Sol, a pesar de saber que morirá, que no tiene nada que hacer, y sin embargo resiste, combate, lucha, no se rinde. Él cree que algún día puede darse el caso en que el Sol venza a la noche. De momento no lo ha conseguido, pero no desespera, continúa firme porque sabe que el día que lo consiga, la noche no tendrá nada que hacer contra él.


La noche cubre con su manto todo lo que bajo ella se encuentra. Su capitana, la Luna, se alza victoriosa. Se maquilla siempre antes del combate, unas veces reluce más y otras menos, dependiendo de la cantidad de coloretes que ese día se eche. Otras veces no asiste a la batalla para presenciar el combate desde lejos. La batalla parece estar siempre a su favor, suele ganar siempre al Sol. En mi libreta anoto otra frase:

"Sigues venciéndome en cada anochecer."

Y así domina todos los campos y se introduce en todas las mentes a través de los sueños. Nos hace imaginar lo que más deseamos, que no sabemos si alcanzaremos, o lo que más tememos, que no sabemos si algún día nos sorprenderá. Ejerce su tiránico poder sobre todos los territorios. Pero parece ser la fuente de inspiración de muchos poetas. De ahí vendrá la imagen de mujer como enemiga del hombre.

Y sin saber cómo salir de la oscuridad, esperamos a que venga alguien que nos rescate, llamado Amanecer, que no sabemos si algún día llegará.

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