"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

sábado, 27 de agosto de 2011

Letanía de gemidos.

Él andaba tumbado en la cama, boca arriba, con los cascos puestos sintiendo las vibraciones de la música con fuerte volumen en sus tímpanos. Se destrozaba los pulmones en cada calada a su cigarro. Nunca había contado el promedio de aspiraciones y espiraciones por cigarrillo. Cerró los ojos y recordó aquella vez cuando, de camino a casa vio una furgoneta blanca, a las 3 de la madrugada, moverse cual balón de baloncesto botado por un jugador inexistente al son de unos gemidos de partido de tenis femenino. Amantes que en la noche se demostraban el mucho o el poquísimo amor que se tenían. Él corrió al borde de un ataque de ansiedad. Abrió los ojos y se dio cuenta de que el sol había salido y sus pies estaban helados.

Ella volvía a casa con un chico. Era alto, moreno y atractivo, y Ella no podía dejar de imaginar cómo acabaría la noche. Ambos reían y daban tumbos gracias a las copas que llevaban de más. Ella agarrada a él y dándole besos con cada paso que daban. Llegaron a la furgoneta del joven, blanca, en la que desataron sus pasiones y se dejaron llevar por el deseo sexual. Eran las 3 de la mañana y no se cortaron ni un pelo en gritar al mundo lo muy bien que se lo estaban pasando. De pronto, se detuvieron en su acto al oír unos pasos corriendo. Se alejaron, por lo que siguieron haciendo caso omiso. Los amantes se divirtieron. Él, en cambio, sufrió en la noche cada gemir de su amor tan deseado al notarlo hacer vibrar sus tímpanos.