"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

martes, 31 de enero de 2012

Reconstrucción.

En los rincones oscuros se acumulan los cristales
cuyas sombras cortan la luz de una bombilla,
y se abre paso por las habitaciones cerradas
bañando con tinieblas el placentero sueño.

Y fuera, humo frío. Humo denso. Humo vacío
y etéreo que vaga por el espacio, por el viento.
Sin pies ni cabeza los gigantes caen de espaldas
sobre perros vagamundos buscando puchero.

Árboles tumbados por huracanes muertos,
los pájaros huyeron de sus nidos hace tiempo
a lugares más cálidos, a las playas del sur
para recordar lo que dejaron atrás mirando en el retrovisor.

La luz vuelve, pálida, a por lo que dejó en la tarde
y el salto cualitativo se vuelve descendente.
Sembró lirios verdes y cosechó aguas púrpuras
de un cielo tumbado boca arriba con sed de lluvia.

lunes, 30 de enero de 2012

Ahora que el sueño te vence esta batalla.

Ahora que el sueño te vence esta batalla.
Ahora que los párpados caen a plomo
por los acantilados de tus pupilas.
La oscuridad te aleja de tu mentira
y la soledad enriquece lo real.

Ahora que los pájaros ya duermen
y no puedes distraer tu pensamiento en ellos,
te percatas de lo que se fue, cuestionando,
sin motivo, lo que sientes y sentiste, lo perdido,
lo que ansiabas y pedías que fuera eterno.

Ahora que tus sábanas no arropan tus lamentos
y bajo mantas tu corazón muere de frío,
notas la vida quemando a fuego lento
y los llantos borrando toda sonrisa
cayendo en picado y de cabeza al precipicio.

Ahora que el sueño te vence esta batalla.
Ahora que el sueño ganó la guerra misma.

domingo, 29 de enero de 2012

Acuarelas con exceso de agua.

En una mano sostengo mi infancia y en la otra mi pseudomadurez.
El frío las congela. El tiempo se para.
Y despierto de mi letargo sensorial para darme cuenta de lo que es dormir, soñar. El odio se viste de transeúnte derrotado y el amor de realidad inconcebible. No hay limbo entre la noche y el día. No hay amanecer entre el cielo y el infierno. Solo un horizonte escrito con palabras, recuerdos y experiencias que supuran y suspiran, la peor cara de la incertidumbre.
El único vicio del hombre es la mujer, y el de ésta, los estigmas de una noche en vela y compañía.
Con celos y recelos de lo mismo en cada crepúsculo podrido por culpa de la desgarradora fugacidad del sentimiento.
En la penumbra, los campos aún conservan el verde agitado de las finas confesiones sin seguro médico.
Se asfixian los peces. Se arrastran los pájaros.
Los cantos ya no llegan, allí donde el monte descansa y respira.

domingo, 22 de enero de 2012

Dinámica.

Así es.
Va y viene.
Va y viene.
Va y viene.
Cuanto más lo separas de ti, cuanto más lejos lo lanzas, cuanto más fuerte lo arrojas,
con más fuerza regresa a ti.
Un nudo tan atado al dedo corazón, que corta el riego sanguíneo y lo amorata. No puedes quitártelo, ni quieres. No dejarías que te lo arrebataran con facilidad. Pero inevitablemente, se va. Y seguramente se va, para no volver porque en el último lanzamiento, el nudo, como por arte de magia, se desató. Tratas en vano de recuperarlo pero se fue con toda la fuerza que tenías. Es inevitable ver cómo se te escapa, con lágrimas en los ojos. Y te sientas resignado viendo cómo tu dedo púrpura es la marca de la asfixia y sabiendo que tu yoyó aparecerá colgando de la mano de otro, en otro dedo corazón.

viernes, 20 de enero de 2012

Desengaños.

Volví a aquel garito oscuro aislado al fondo de un callejón donde entraba de todo menos luz. La luna seguía perdiendo batallas por entrar en ese rincón de la ciudad. Y sin embargo, acudía allí cada vez que mi cabeza no me dejaba dormir. Al entrar, vi que todo estaba como siempre excepto por un detalle: había un señor ya allí, con un aspecto que soy incapaz de describir. Parecía mayor y su gabardina oscura lo dotaba de un carácter aún más misterioso. Me vio entrar. Parecía que me estuviera esperando porque nada más cerrar la puerta, me hizo un gesto invitándome a sentarme en su misma mesa. De camino a ella, pedí en la barra una jarra de cerveza fría.

-Siéntate Tom. -Dijo con una ligera sonrisa.

-¿Cómo sabe mi nombre?

Soltó una carcajada y me ofreció un cigarrillo.

-No, gracias, no fumo.
Pude vislumbrar que el hombre tenía una barba blanca espesa y los cincuenta ya no los cumplía. Le dio una calada a un cigarro y entre el humo, el camarero dejó mi jarra de cerveza en la mesa.

-Mujeres, ¿verdad? No digas nada, no intentes desmentirlo, tu cara es un cristal transparente de tu alma y tu mente. Y ahora mismo te estás preguntado: ¿quién eres? ¿por qué me conoces? Pero eso es lo de menos, nimiedades. Ahora lo importante es que bebas y escupas todo tu odio.

No sabía cómo reaccionar pero había algo en su mirada que me hacía confiar.

-Pues... tiene usted razón. ¿Sabe lo que es mirarla a los ojos y que tu pupila se queme? Y no echar ni una lágrima para sofocar el incendio provocando quemaduras de tercer grado, irreversibles ya. A ciegas acudo a este sitio para deleitar mis papilas con cerveza fría y mis oídos con música de los años 30. No curan, pero distraen mi atención del dolor aunque sea momentáneamente. Para ella, en cambio, todo ha muerto ya. Ama a otro hombre. No he pasado a un segundo plano; he desaparecido de él. Condenado a no olvidarla. Castigado a sufrir sus nuevos sentimientos...

Me liberé de todo lo que me oprimía el pecho. El señor me escuchaba atentamente y tras verme incapaz de continuar hablando, se reclinó sobre la silla para decirme:

-He vivido batallas horribles en conflictos bélicos de oriente, pero sin duda, el peor conflicto es el del hombre consigo mismo. Chico, no te fíes. Déjala que se vaya con otro hombre, no importa, pero déjala. No la sigas por el sendero de su vida, es suya. Sé que es duro, pero recuerda siempre esto: despertará cada mañana con otro hombre a su lado, pero siempre sola.... Siempre sola.

Y tras esto, el hombre misterioso, se levantó y se marchó dejándome otra vez solo ante mis miedos, mis preocupaciones, meditando las sabias palabras que me habían sido regaladas: Siempre sola.

lunes, 16 de enero de 2012

Entre el sueño y la vigilia.

No hay formol para momentos que piden a gritos ser raptados. El día cerró los ojos, y de sus párpados cayó la noche. Y ahora, que no me ve, golpearé con los nudillos los cajones del orden para romper sus cuadriculadas emociones. Bienvenido a mi sueño.

Se impulsó, agarrándose a la cornisa. Alguien pisó sus manos. Cayó de espaldas a la realidad. Murió en el acto, en el segundo concretamente. Y el calor emanaba de los poros de su cerebro, pero los vellos se erizaban de frío. Calló a mi lado. Grité, y brotaron hierbas verdes en los campos yermos de la mente de un enfermo con personalidad podrida por ansias de libertad que vagaba por las calles sin rumbo. Alcé los ojos al cielo en busca de una cura, y millones de copos de nieve que se me antojaban serafines, cayeron, refrescando mi cara. Placebo disfrazado de antibiótico místico. Me cubrí con mi chaqueta y continué avanzando por los bulevares atacados por las sombras de las que todo niño siempre ha huido y huirá.