"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Duérmete. Duérmete. Duérmete.

Ya es de noche. Tengo que dormirme pronto, si no, los Reyes Magos no entrarán en casa. Pasarán de largo y se llevarán los juguetes que venían a dejarme. Y eso no puede ser. He estado esperando un año entero este momento. No puedo permitir que una noche me lo estropee. Pero ¿y si me duermo y al despertar no encuentro lo que estaba esperando? Los Reyes son Magos pero podrían no haber entendido bien qué era lo que quería. En ese caso... En ese caso sí que me llevaría un disgusto. Tendría que esperar otro año más y tener la suerte de que esa vez sí me trajeran lo que espero. Duérmete ya. Deja de pensar. Así no conciliarás el sueño y todo se irá al garete. ¡Pero no puedo dejar de pensar! Está bien, cuenta ovejitas. 1. 2. 3. 4. 5. Nunca me ha funcionado este método. ¿Por qué lo iba a hacer ahora? No. En realidad tienes que pensar que es una noche como otra cualquiera. Sí. Eso es. ¡Pero es que en realidad no es una noche cualquiera! Me quedaré quieto. Muy quieto. Nada de dar vueltas en la cama.
Ya voy relajándome.
Estoy más tranquilo.
Buenas noch...

Y como llegó, se fue septiembre.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Sentir es morir.

Aquella noche Dios decidió inmolarse.
No nació nada.
No murió nadie.
Y sin embargo todo el mundo lloraba.
Todos se lamentaban de haber tenido que sufrir aquello.

Dios sabía por qué lo hacía.
Bebió hasta caer al suelo justo antes de actuar.
No sentía nada.
Ya lo había sentido todo antes.
Murió un domingo cualquiera de madrugada.

Quería sentirse humano por unos días.
Pero no pudo soportarlo.
Se compadeció de los hombres.
Lloró amargamente por las mujeres.
Y desapareció.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Al fin y al cabo todo se basa en estructuras.

El niño, desnudo, al ver que los edificios de ambos lados caían sobre su cabeza, decidió sentarse en cuclillas, meter la cabeza entre las piernas y esperar a que todo pasara.
Pero nada pasaba. Nada decidía irse con intención de volver más tarde.
Ni nada ni nadie.
Le prometieron que la estructura era segura. Que no se caería jamás. Pero era débil.
El hormigón no era suficiente. La situación era inevitable.
Y de vez en cuando mira hacia el cielo para ver cuánto le queda de vida.
Y de vez en cuando los edificios miran al niño con preocupación y tristeza.

Y así pasó el niño una vida entera. Con miedo y totalmente convencido de que ambos edificios lo aplastarían. Y murió el niño no por el derrumbamiento, sino por la insufrible y despreciable espera eterna del vivir.