"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Graves.

Golpeo el bordón de mi bajo para finalizar la última nota del último pentagrama al compás de la última calada de un cigarro. Cierro así esta oda a la noche y sus borrachos. Me levanto del sillón, desnudo, y me meto en la ducha. Agua fría para despertar al alma colocada con estupefacientes de armónicos. Notas que quedaron pegadas a las venas. Fuera. Fuera de mi cuerpo. Me sequé con una toalla fría, rápido, nervioso. Me vestí, cogí mi petaca y me eché a andar por las calles de la urbe.

Enferma se encontraba a las 6 de la mañana. Contaminada por botellas vacías, borrachos llenos, de alcohol y sueños rotos. Mis pasos retumbaban, y el eco rebotaba en los balcones de los edificios mojados. Había caído la lluvia de la mano de la noche y, como llegaron, se esfumaron. Pero el sol no se atrevió a salir y las nubes mantuvieron oscuros los paisajes degradados. Saqué mi petaca. Quité el tapón. Alcé la cabeza para beber y, me di cuenta de que un pájaro negro me observaba desde la farola de la acera de enfrente. Sus ojos negros me intimidaban, me desarmaban. De repente, cayó al suelo, a plomo, muerto. Y la acera devoró su cadáver. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y continué, eludiendo reflexiones, mi camino hacia el hedonismo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Ni el tiempo les quita la alegría de vivir.

Las articulaciones ya fallan. Los huesos andan frágiles. Su piel ya no está tersa. Pero ahí están, con una media de setenta sin que se les caiga la sonrisa en ningún momento. Por lo menos hoy, el día de la patrona de la ciudad, el día de la Mártir, fiesta que han celebrado mucho a lo largo de muchos años. Recordando juventudes con risas, migas, café y vino. Y al son de pasodobles, tangos y fados, esos cuerpos deteriorados por el efecto del tiempo, se mueven con ritmo, agarrados pero manteniendo las formas, elegantes, erguidos y sin que ninguna mano baje más de la cuenta. Son señores y señoras con mil historias, todas distintas, algunas compartidas. La ilusión está con ellos constantemente aunque alguno se mosquee si no le toca algo en el sorteo. Pero no hay nada que no se pueda solucionar con una copita, y en dos minutos ya no puede parar de reír.
Y miro todos esos ojos llenos de alegría y me doy cuenta de que son ellos los verdaderos jóvenes de espíritu.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Vine, vi y tardé en vencer.

Besos de arsénico recubiertos de miel. Tras esto, vomité felicidad atascada algunos meses.
Si bebo,
porque bebo.
Si no,
porque estoy sobrio.
Busca dentro de un botellín en este bar del sur, ambientado con música clásica. Quizá allí encuentres lo que buscas odiando el amor, amando lo etéreo, vislumbrando el frío y ocultando sentimientos... Ebrio de odio y cerveza fría.
Las jaquecas no despiertan y tampoco dejan dormir. Con insomnio crónico, ahogado en el sueño imaginario de estar soñando.
Todo murió aquella mañana de diciembre.

martes, 6 de diciembre de 2011

Acciones de amor propio tachadas de egoístas.

Se levantó de golpe tirando la silla hacia atrás. Le dio una patada. Volcó la mesa. Saltó encima de las tablas. Se abalanzó contra el mueble despegando las bisagras de la madera. Encendió un mechero y quemó todas y cada una de sus fotos. Cogió las cenizas, las arrojó al váter y tiró un par de veces de la cadena. No quería ver ni rastro de esa mujer en su casa. No más recuerdos, no más olores, no más besos envenenados con mentiras, no más caricias nocivas. Quería empezar desde cero. Cambiar su vida. Cambiar sus subconscientes sueños. Borrarla de su mente. "Desidealizarla". Creer en sí mismo y mirar por sí mismo, aunque fuera por una sola vez.
Así que, cogió su chaqueta y se largó a distraerse y embriagarse por los bares de Madrid, con pensamientos puramente egoidistas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Fortuna golpea sin suerte.

Como pequeños soles encerrados en jaulas colgadas del suelo en sentido ascendente, las farolas iluminan esta calle por la que avanzo, con miedos de niño y problemas de adulto. El frío se introduce por los diminutos flancos descuidados de mi chaqueta, provocando escalofríos muy acordes con los pensamientos.

-¿Quién será ella? ¿Por qué motivo ella?

Incógnitas sin forma de X. Preguntas retóricas que no encuentran su respuesta. Exclamaciones sin fuerza. Poesías trascendentales sin poeta ni lector. Y una musa que comienza a desatar oleadas brutales de incertidumbre.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Etérea libertad.

Cae. Desde lo alto del edificio cae con los brazos en cruz. Doscientos metros dirección suelo. El viento golpeaba su cara violentamente y hacía retroceder su pelo. El frío se adentraba en su cuerpo como presagio de lo que le esperaba en la meta, al final del recorrido descendente. Los miedos quedaron arriba en la azotea. Su peso pasó a ser de 21 gramos. Libre, así fue como se sentía: libre. Pensó durante ese breve instante de tiempo en lo que quiso y como quiso, sin la presión de los que no opinaban lo que él. Y entonces, en ese momento, se dio cuenta de que precipitarse al vacío había merecido la pena. Sus ansias de libertad se habían visto aliviadas por unos simples segundos de vuelo en picado. El trayecto llegaba a su fin. Cerró sus ojos.

Se despertó a las 10 de la mañana. El sol entraba por su ventana y le cegaba las primeras ideas del día. La radio llenaba de catástrofes su mente. El jefe restringía sus inquietudes. Los atascos le ataban los pies al suelo. Y él sólo soñaba con volar cada noche aunque fuera de cabeza a las garras de la realidad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Lágrimas inocentes.


La luna blanca, brillante, clara y pura incide sobre los cuerpos fríos, pálidos, inertes y amoratados de niños, mayores y ancianos que intentaron en vano sobrevivir al holocausto nazi.

Eran las 7 de la tarde cuando Nikolai, desnudo, fue llevado junto con sus compañeros a la plaza central del campo de Auschwitz. En fila, mirando al frente, les hicieron esperar durante dos horas. Tras este tiempo, aparecieron niñas, también desnudas, en fila frente a los niños. Un alemán con una pistola se preparaba para empezar a asesinar a las niñas una a una en presencia de ellos. La primera en recibir una bala sería Dunka, la chica de la que Nikolai estaba enamorado desde hacía un par de años, cuando eran libres. El arma se encontraba en la frente de Dunka cuando, Nikolai, lleno de ira, se lanzó sobre el alemán. Ella gritó, el alemán se golpeó en la cabeza contra el suelo y un fuerte disparo silenció la escena.

Las 12 de la noche. Los niños y Dunka, la única de las chicas que dejaron con vida, todavía recogían los cadáveres de la tarde. Ella tuvo que trasladar el cuerpo de Nikolai desde la plaza hasta el crematorio. Cargando con él se dio cuenta de lo poco que lo había escuchado en su vida, del poco caso que le había prestado. Se arrepentía cada segundo de que el alemán no hubiera disparado antes y así él no habría tenido tiempo para reaccionar. Pero no había sido así. Le salvó la vida y no tuvo tiempo ni de agradecérselo.

La luna blanca, brillante, clara y pura incide sobre las lágrimas cristalinas, calientes y saladas que resbalan por el rostro ya cansado de llorar sin consuelo en las noches más frías de noviembre.

martes, 25 de octubre de 2011

La danza de una Ninfa.


Como una estatua, quieta, en medio de la escena, una mujer de pelo negro, ondulado, y vestido con telas transparentes mira hacia el frente, sin mostrar emoción o sentimiento alguno. Los músicos comienzan a tocar: uno, su instrumento de cuerda. Otro, sus robustas percusiones. Y la helena figura comienza a moverse, de forma muy sensual, hacia la derecha, levantando su pierna izquierda y dejándola caer para dar una vuelta sobre sí misma y hacer girar sus vestimentas. Sus brazos se mueven como lazos expuestos al viento y consiguiendo que sus manos se fundan con el resto de sus extremidades, homogéneas completamente. La danza recuerda a figuras esculpidas por los grandes maestros que dominaron la técnica de paños mojados: las telas de su traje resbalan por sus formas siguiéndola como un alma tras su cuerpo que se queda atrás por no ser capaz de acompañar el ritmo de sus movimientos. Se acerca a su público, todo masculino, y gira de uno en uno para dejar que todos inspiren su fragancia fresca y cautivadora. Los ojos de los espectadores, embobados, se centran en la mujer, incapaces de mirar a otro sitio: sus retinas estaban imprimiendo en sus mentes un recuerdo que jamás podrían olvidar. La percusión incrementa la velocidad, y con ella los movimientos de la joven: hacia arriba y hacia abajo, de un lado a otro. Y finalmente, como traca final de un espectáculo pirotécnico, la música calla y la mujer deja caer su cuerpo para así por fin su ropa poder alcanzar su forma.

sábado, 27 de agosto de 2011

Letanía de gemidos.

Él andaba tumbado en la cama, boca arriba, con los cascos puestos sintiendo las vibraciones de la música con fuerte volumen en sus tímpanos. Se destrozaba los pulmones en cada calada a su cigarro. Nunca había contado el promedio de aspiraciones y espiraciones por cigarrillo. Cerró los ojos y recordó aquella vez cuando, de camino a casa vio una furgoneta blanca, a las 3 de la madrugada, moverse cual balón de baloncesto botado por un jugador inexistente al son de unos gemidos de partido de tenis femenino. Amantes que en la noche se demostraban el mucho o el poquísimo amor que se tenían. Él corrió al borde de un ataque de ansiedad. Abrió los ojos y se dio cuenta de que el sol había salido y sus pies estaban helados.

Ella volvía a casa con un chico. Era alto, moreno y atractivo, y Ella no podía dejar de imaginar cómo acabaría la noche. Ambos reían y daban tumbos gracias a las copas que llevaban de más. Ella agarrada a él y dándole besos con cada paso que daban. Llegaron a la furgoneta del joven, blanca, en la que desataron sus pasiones y se dejaron llevar por el deseo sexual. Eran las 3 de la mañana y no se cortaron ni un pelo en gritar al mundo lo muy bien que se lo estaban pasando. De pronto, se detuvieron en su acto al oír unos pasos corriendo. Se alejaron, por lo que siguieron haciendo caso omiso. Los amantes se divirtieron. Él, en cambio, sufrió en la noche cada gemir de su amor tan deseado al notarlo hacer vibrar sus tímpanos.

jueves, 28 de julio de 2011

Despertar.

Hasta que un día te levantas de la cama, te miras al espejo en gayumbos y dices: ¡Que le den por culo a todo!
Te pones unos vaqueros, unas converse, una camiseta blanca y tu chaqueta de cuero negro, esa que tanto te gusta, vas al estanco más cercano, compras tabaco para un regimiento, te sientas en un banco, enciendes uno y esperas mirando a la gente pasar. Una chica desconocida, de buen ver, se sienta en el mismo banco que tú y no precisamente por casualidad. El resto, escríbanlo ustedes mismos en su imaginación.

jueves, 21 de julio de 2011

Presente imperfecto.

Que nuestros toques pierdan el sentido y nuestras caricias cobren ternura.
Que sus manos, suaves y delicadas, se deslicen por las mías, bastas y destrozadas por el nerviosismo.
Que sus uñas opriman suavemente las yemas de mis dedos.
Que al tocar su piel, se erice mi vello y al levantar la mano, siga exigiendo ella mi calor.
Que apriete su cabeza contra mi cara y me pida ,sin palabras, besos en el pelo
a veces con olor a vainilla, otras con olor a almendras.
Que se cobre su parte de cariño extendiendo su brazo.
Que mi cuello sienta sus labios y dientes, y mis brazos sus mordiscos.
Que se abrace a mí por la espalda y me tienda una emboscada para la que no estoy preparado nunca.
Que a mi susurro de "te quiero" conteste tímidamente "y yo" y sonría.
Mientras tanto, sonará un piano al crepúsculo eterno, abrazados.

sábado, 11 de junio de 2011

Y tiremos a la mierda cualquier principio de incertidumbre...

Ráfagas amargas que levemente hieren bajo la piel desnuda de mi cuerpo.
Atenuadores y cálidos alivian sus dedos al pasar por mis manos y su cuerpo cuando dibuja eses con las piernas.
Llora y ríe pero siempre se distrae al mínimo déficit de atención por mi parte.
Le duelen las marcas en la piel que, aunque desaparecidas, siguen molestando en su interior.
Busca calor entre mis brazos y mi cuerpo y se acomoda para no tener que separarse.
Dibujo siluetas en su espalda y recorro con mis dedos sus brazos, como un niño chico jugando a su scalextric.
Ella ama la ironía y se insinúa cuando mi lengua de trapo y mi cerebro, colapsados por no saber si se trata de algo cierto o no, sonríen creando una duda incómoda, fruto de mi timidez y nerviosismo.
No diré que la quiero. Tampoco que no la quiero. Simplemente diré que quiero.
Y si alguno busca el sentido a esto, está completamente loco.

martes, 31 de mayo de 2011

Un niño que muere sin Infancia.

Despertaba cada mañana sobre un par de cartones y bajo unas hojas de periódico. Lo hacía mucho antes de que el primer rayo de sol golpeara en su cara, porque tenía que buscar rápidamente dónde ir a comer antes de que miles de indigentes como él se le adelantaran. Pero aún así se le sumaban los problema de ser un niño de 10 años, objeto de burla para mucha gente y más aún de compasión pero ninguno lo acogía en su casa.

Llegaba al comedor social y se encontraba con gente harapienta y sucia como él y con gestos tristes. No entendía muy bien el porqué, pues él encontraba aquello como una aventura, aventura que llevaba viviendo desde los 5. Había veces que los hombres mayores, al ser más grandes que él, se le colaban y le empujaban, pero él insistía y no desistía, lo último que quería era irse de aquellos sitios sin nada que llevarse a la boca.

Un día, paseando por las calles de la gran ciudad en busca de cartones y periódicos para pasar la noche, encontró a un hombre que lloraba desconsoladamente sin saber el porqué lo hacía. Gritaba: "¡Mi hijo, mi hijo!" mientras se sujetaba la cabeza con las manos. Pensó que es que quería tanto a su hijo que no podía soportar verlo marchar a las afueras, así que dijo: "No se preocupe señor, su hijo estará de vuelta en seguida, ya verá, ya...". Al oír el hombre las palabras del niño, contestó: "No, hijo, no, no volverá nunca más por culpa de ese maldito polvo blanco..."

El chico se alejó del lugar pensando en si era tan importante aquel polvo blanco como para conseguir que ciertas personas dejaran sus hogares en busca de más. La idea del polvo blanco le creaba cierta curiosidad hasta que, un día, al toparse con otro vagabundo de la misma edad que él, se le ofreció esa enigmática sustancia. Cuando le dijeron que tenía que entrar por la nariz, él se quedó extrañado se lo pensó varias veces antes de inspirar e introducirlo en su cuerpo: a fin de cuentas, aquel hombre parecía muy preocupado. Pero le gustó, le creaba sensaciones como aquellas que tenía cuando se tiraba durante horas dando vueltas sobre sí mismo.

Fue creciendo nuestro joven y con él, su vicio por aquella sustancia. Comenzaba a parecer cada vez más delgado y demacrado pero su única pasión era ingerir esa sustancia estupefaciente. Se volvió más violento e irascible, y ya no era el niño luchador que hacía frente a sus propios miedos por salvar la vida, sino en el ser dependiente de algo tan material como son las drogas.

Atracó un banco, violó a una mujer, golpeó a sus hijos y mató un policía que le quitó el material. No entendía por qué estaba cambiando, pero lo hacía. Se daba cuenta del cambio y no podía hacer nada por impedirlo. Seguía siendo un niño, un niño encerrado en un cuerpo de 20 años y enganchado a la cocaína. Un niño que moriría sin Infancia...

martes, 10 de mayo de 2011

¡Cuánto tiempo!

-Disculpe, ¿es usted Claire?
-Pues...
-Vaya, lo siento, me he equivocado. Disculpe, señorita, por molestarla.
-No, espera, sí que era yo, sólo me hacía rogar.
-¿Se hacía rogar?
-Así es.
-Pues busque a otro hombre que le ruegue.
-Pero, ¿no te alegras de verme?
-En absoluto.
-Sé que miente usted señorito.
-No he dejado de hacerlo desde que la vi.
-¿Se puede saber el motivo?
-No.
-¿No?
-Bueno, tal vez.
-¿Y cómo te va la vida?
-Me va bien.
-¿Sólo bien?
-Sí, sólo bien. El pensarte se me hizo demasiado pesado. He descubierto que las fotos no envejecen.
-Ya, bueno, es que estoy con Richard...
-Lo sé, aunque preferiría no haberlo sabido nunca.
-Bueno, creo que tengo que marcharme, John. Me alegro mucho de volver a verte.
-¿Ahora quieres irte?
-Sí.
-Pues vete, pero prométeme que cumplirás una cosa.
-Claro, dime.
-Que ésta será la última vez que nos veamos. Para ti no existo. Para ti he muerto. Si me cruzo contigo por la calle, gira la cara, no me mires ni saludes. Se me haría muy duro el aumentar en un día los 8 años, 3 meses, 2 semanas, 25 días  y 17 horas.

miércoles, 27 de abril de 2011

Memorias de un poeta.

Quizás deba olvidar cualquier memoria persistente en mi retina neuronal. ¿Quién sabe? Ella seguramente ya lo ha hecho y yo, en cambio, no paro de reproducir en mi pantalla cerebral una y otra vez la misma secuencia cinematográfica. No lo sé. Quizás sea necesario algo de alcohol. Quizás, no lo sé. A lo mejor simplemente tengo que pasar por delante y ni si quiera saludarla para así dañarme con fuertes puñaladas de silencio. Es posible, no lo sé. Pero y si... No, estoy seguro de que no. Es imposible pensar otra cosa que no sea ésta. Estaría loco si lo pensara. Pero, es tan incómodo tener que pensarlo... Y los paseos ya no serán los mismos sin recuerdos. Y los pájaros quizás comiencen a cantar canciones elegíacas. Quizás los árboles dejen de llorar por no quedarles más lágrimas. Las nubes llorarán y empaparán mi chaqueta con grandes goterones que no serán salados como tus lágrimas. Los parques quedarán vacíos y los colegios, llenos de ancianos. Sí, todo se ha trastocado desde tu ausencia. No obstante, siempre me mantiene en vilo un Quizás...

martes, 12 de abril de 2011

A la segunda va la vencida. A la tercera, la derrotada.

Esta mañana he despertado con una botella de vodka en la mesilla, olor a tabaco y fuerte dolor de cabeza. Algunas ideas inconexas rondan por mi mente buscando su neurona transmisora quizá perdida la noche anterior con el alcohol. En la cocina cojo un bol de cereales, leche y una cuchara para comérmelos en gayumbos mientras veo un aburridísimo partido de rugby. Mi perro me observa como si fuera un desconocido, en silencio y sin moverse. Oía un fuerte BUM-BUM-BUM.

-¿Qué pasa Icarus? ¿Tanto me afectó la noche de ayer?

Comenzó a ladrarme como loco así que me observé y pude ver una gran mancha de sangre en mi pecho. No tenía ninguna herida pero no paraba de salir sangre. Corrí a por algo con que taparme pero me empezaron a faltar las fuerzas y a nublárseme la vista. Caí al suelo sin fuerzas y sabía que había llegado mi fin. Pensé de dónde podría salir la sangre pero no encontraba explicación hasta que descubrí que era el corazón el que latía tan fuerte que se me salía del pecho. Demasiadas emociones fuertes la noche anterior me dejaron tocado. Buscaré una manera de que no vuelva a pasar por tercera vez.

domingo, 10 de abril de 2011

Abismos.

Aún recuerdo cómo pisaba con fuerza con sus tacones altos rojos sobre mis blancos antebrazos y dejaba amoratada mi piel con cada traqueteo. Cuando llegaba al final, daba la vuelta y continuaba caminando. Pero además de eso, cuando pensaba que no podía sentir más, apareció en mi otro antebrazo otra mujer, con los mismos tacones altos rojos paseándose por mi nacarada carne y creando círculos violetas como signos de agolpamiento de la sangre.

Y así estaba, crucificado por dos mujeres y sus preciosos tacones cuando recordaba, para olvidar el dolor, los largos paseos en bicicleta, el olor a salitre, el viento de otoño, las horas muertas en cualquier parque y los eternos domingos de descanso.

***

-Vamos, cariño, vuelve a la cama. Aún no tienes que irte.- Me decía con una dulce voz aquella chica rubia.
-No, no tengo que irme, la que se tiene que ir eres tú. ¡Coge tu sucio dinero y lárgate a enamorarte esta noche de otro hombre como haces a diario!
-Pero...
-¡He dicho que te largues!

Ella no sabía cómo reaccionar así que la agarré del brazo, la saqué de la cama y la fui empujando por el pasillo. Cogía la ropa como buenamente podía mientras yo, dominado por un odio terrible hacia ella, le gritaba y la empujaba hasta que, abrí la puerta y la eché de mi casa, para siempre.

martes, 15 de marzo de 2011

Historia de dos jóvenes con sentimientos confusos.

Cuentan que él vivía lejos de la ciudad y ella en pleno centro de la urbe. Él se mudó a una ciudad enorme, casualmente donde vivía ella. Aunque, no nos precipitemos, ellos aún no se conocían.

Se encontraba perdido entre tanto edificio alto, tantas luces, tanto ruido, tanta contaminación. Ella, en cambio, disfrutaba con las tiendas, los taxis, los Starbucks y los metros abandonados decorados con graffitis degradados.

Él acudió a su primer día de instituto y la fortuna quiso que fuera en el mismo que la chica de nuestra historia. Es más, le tocó en el mismo aula y a su derecha en clase. La única diferencia: él era de letras. Ella, de ciencias. Pero bueno, no importaba, eso no impedía que no se vieran en el resto de asignaturas.

Entablaron su primera conversación y, peculiarmente, terminó con la típica frase de adolescente americano: "¿Te apetece tomar algo esta tarde a las 8?" Si la película hubiera sido americana seguramente habría contestado un "sí" con una sonrisa de lado a lado pero estamos en España, así que ella tuvo que contestar: "He quedado con unas amigas para ir de compras, otro día mejor". Él quiso entenderlo al pie de la letra. El simple hecho de pensar que ya lo había rechazado, era algo que no le gustaba en absoluto. Podría ser que fuera verdad. De hecho, lo fue.

Él había salido con sus amigos a tomar unas cervezas cuando, a las 9, la ve pasar a ella por delante del cristal del bar cargada con muchas bolsas de ropa. Ella sonrió al verle y lo saludó levantando las cejas y acompañando esto con el movimiento de su mano. Él, embobado por estar viéndola, la saludó con la mano también. Así fue como él, quedó completamente prendado de ella.

Los días pasaron y conversaban con más frecuencia. Al final no podían estar un día sin hablarse y, cuando todo parecía que iba a ser un éxito, sucedió lo siguiente:

Ella decidió no seguir hablando con él. No tengo la más mínima idea de por qué, pero no volvió a hablarle. Si lo hacía, era porque él insistía. No quería saber nada más de él. Se extrañaba pero empezaba a pensar si ella era de verdad a quien buscaba. Él se dejó llevar por autores románticos y vanguardistas. Ella, simplemente decidió hacer como que nada había ocurrido.

Parecía que en él, la llama se iba apagando pero nunca se extinguía. Cuando pensaba que ya no era más que cenizas, con más fuerza resurgía ese calor. Ese calor que le enfriaba por dentro.

Ahora todas las noches se acuerda de aquella llama viva que ardía todos los días y con dolor se conmueve de sí mismo.

Ella, no sé que pensará ella. Muchos preguntarán el qué fue de ella pero no tengo ni la más remota idea. Lo mismo lo hizo por su bien, lo mismo por no querer enamorarse, o lo mismo tenía un millón más de razones para hacerlo que desconocemos.

No podemos llamarlo historia de amor, pues no sabemos si ella lo amó en algún momento. Tampoco de amistad, pues no sabemos si de verdad fue más que eso. Así que llamémoslo Historia de dos jóvenes con sentimientos confusos.

domingo, 13 de marzo de 2011

Adelante Mundo, puedes llevarte lo que quieras. Yo la tengo a ella.

Puedes llevarte lo que quieras: mi casa, mi ordenador, mi cama, mi comida y mi ropa. Yo la tengo a ella.

Camino por las calles con frío. Sólo llevaba una camiseta de manga corta y una chaqueta de cuero en pleno enero. No sabía a donde me dirigía y tampoco me importaba. Mis pensamientos me taladraban la cabeza y sentía la necesidad de contarle todo a alguien o explotaría pero, son las 5 de la mañana, ¿quién va a escucharme a las 5 de la mañana? No hay nadie y el que está, va ebrio y le da igual lo que le digas o lo que le dejes de decir. Así que me resigno, me callo y sigo caminando. Y cuando estás a punto de soltar una lágrima por no poder hablar con nadie, aparece ella. De entre la multitud ingente y la mucha palabrería aparece dispuesta a escuchar cualquier cosa que le diga. Son las 5 de la mañana y ella me escucha. No puedo creer lo que veo pero mejor no me pregunto nada. Así que visto lo visto se lo achaqué a su personalidad y deduje que tenía una de las más bellas personalidades que jamás nadie ha visto nunca. Cuídala, niña, cuídala. Y que dure hasta que el sol, muerto de aburrimiento, decida no encenderse más. Cuídala, niña, cuídala.

jueves, 10 de marzo de 2011

Niña alegre. Viejo triste.

Y muévete niña alegre y pasea tus sonrisas. El viejo no podrá ver más que las baldosas que pisas. El perfume embriagará sus sentidos atrofiados por el tiempo mientras ella baila sola en la tarima. Serpentea tu cuerpo al son de la música. Quiere el viejo volver a su juventud para poder insinuarse a tan guapa chica. Lástima, el tiempo no perdona y las sombras del pasado le atormentan.

Deja, viejo, a cada uno en su lugar y no intentes invertir la historia. La niña encontrará el asesino de su juventud encerrado en un cuerpo ejemplar y un par de movimientos sensuales. Pero tú, viejo, sólo puedes callar. Tu cuerpo no es nada, y dentro de poco será menos. Tus penas se unen a tu enfermedad así que limítate a contemplar la muerte de su inocencia y, si quieres, llora por ella. Ella nunca lo hará por ti.

lunes, 28 de febrero de 2011

Pobre Mario.

Lo veo ahí, pequeño y diminuto. Sin más forma que la de sus letras y sin embargo lleno de sentimientos, sentidos, experiencias, vivencias. Más incluso que si fuera real. Pobre Mario. Si su autor no fuera tan triste y melancólico... No tendría que llorar la falta de su amada. Viviría sin miedo, contento, sin más preocupación que hacerla feliz. Y sin embargo le falta lo que más anhela. Encadenado a una hoja de papel y a unos trazos de tinta. No es un humano y sin embargo se comporta como el que más. Y sabe que nunca saldrá de este drama...

miércoles, 23 de febrero de 2011

Flashes.

Despresurizar una lata. Dilatar una pupila. Erizar el vello. Encender un foco. Cargar una pistola. El claxon de un coche. Un orgasmo. La lluvia caer. El crepitar de un cigarro. Una respiración profunda. Verter cerveza en una jarra. Acariciar una tela. El caer de un casquillo de bala. Un palo cortando el viento. Golpear dos metales. Cerrar con un portazo la puerta de tu habitación.

martes, 22 de febrero de 2011

Gotas.

Una gota cae. Lentamente se despega de la superficie que conforma el techo de mi habitación y cae muy despacio. Choca contra un pequeño charco. Entra y, como si saliera de forma rebotada, salta y vuelve a entrar y sale con cada vez menos fuerza hasta que se convierte en una simple onda. Tumbado en mi cama boca arriba cierro mis ojos y recuerdo la caída de esa gota.

Caminaba escuchando música y me crucé con una señora. Su olor a colonia barata era bastante fuerte y permaneció en mis fosas nasales algunos segundos. Cuando se fue esa sensación, olía todo desde otra perspectiva. Inspiré con fuerza.

-No todo gira a tu alrededor, no te creas el centro del mundo.- Me dijo con voz repelente.
-No me lo creo, lo soy. Por cierto, ahora entiendo por qué estás sola todos los fines de semana y lloras al no tener a nadie en quien confiar.- Me levanté de la silla y dejé aquel lugar.

Veía la superficie de la piscina al final, muy lejos de mí. Y yo dentro del agua, desperté y vi que la piscina era más grande de lo normal. Era enorme. no podía llegar a ninguna de sus paredes. Tampoco al fondo. Y mucho menos alcanzar la superficie. No llegaría con aire suficiente. Empecé a necesitar aire. Cerré mis ojos.

Estaba en el suelo y alguien me pegaba patadas en el estómago. Yo me encogía para amortiguar los golpes. Mi agresor gritaba: "¡Cabrón! ¡Así aprenderás a no mirar más a mi novia!" Conseguí levantarme. Cerré mi puño. Golpeé en su cara y me marché del lugar dejando a ese capullo en el suelo en estado de shock.

Otra vez en mi habitación. Esas gotas seguían cayendo y golpeando en el suelo.

Nube Grease.

"¡Qué tendrá ese maldito nombre! Con unas cuantas letras, ya sean pronunciadas o leídas, consigue sobresaltarme. Y es un simple nombre, un conjunto de signos sin más significado que el de designar a alguien. Y sin embargo, me conmueve."

Borracho de aburrimiento escribía Gary estas palabras y con ellas evocaba a su amor, Sandy. Le encantaba la canción que John Travolta dedicaba a Olivia Newton John en Grease y en la ducha imaginaba ser el protagonista cantando tan preciosa canción al oído de su amada. Pero la realidad era que ni él era Travolta, ni ella su Olivia y ella no le amaba. No, ella no le amaba. Ella tenía su Travolta particular y no llevaba por nombre Gary.

Tenía casi asumido esto último pero una simple mirada, un simple saludo hacían avivar el fuego que, a base de ignorarle, parecía casi apagado. Las brasas no se pagaban. Incandescencia que lo traía de cabeza desde hacía concretamente 4 meses. Él no se había declarado, y sin embargo, conocía a la perfección la respuesta. Vivía en constante pesimismo que escondía tras su careta de payaso y derrochaba optimismo por donde pasaba, pero sólo para los demás.

La droga de amarla acabó con su personalidad.

domingo, 20 de febrero de 2011

3:25 a.m.

Vuelvo a casa borracho y sin pasta.
Solo y triste por una ancha avenida que daba nombre a nuestra región.
No te lloro, pero lloro.
Y ni el mismísimo Shakespeare sintió esto.
Una herida de amante pero sin pasión de amado.
Unas baldosas con frío y unas calientes manos.
Sin sexo y sin preocupación por él.
Buscar en las alcantarillas mi pulsera perdida y encontrar mi corazón destrozado.
Quiero llorar y no echar gota.
Quiero fundirme sin calor.
Me apagaré sin viento y sollozaré por temor.
Ni el Paraíso es tan bueno, ni el Hades era un horror.
Me desfasaré y luego pensaré.
Me enamoré y, ¡Que te jodan si dolió!
Y tanto que dolió...
Ahora no sueltas palabra y aún me duele más.

Mundo egoísta.
Egoísta mundo.
Da igual como lo llames,
el amor seguirá otro camino.

jueves, 3 de febrero de 2011

Jazz.

Camino sólo por una calle de Boston a las 5 de la madrugada mientras fumo un cigarrillo. Hace un frío que cala hasta los huesos. Encojo los hombros y me escondo tras mi larga gabardina y bajo mi oscuro sombrero. Todo esto mientras pienso en mis cosas, en mis dudas, en mis pensamientos, en mis obsesiones. Camino por la acera cuando, de repente, encuentro delante de la puerta de un tugurio a un señor con uniforme de camarero: camisa blanca, chaleco de rayas rojas y blancas verticales, pantalón negro y pajarita a juego. Era un señor de unos cuarenta y cinco años, con poco pelo y poblado bigote. Con una fuerte exclamación se dirige a mí diciendo:

-¡Buenas noches, caballero! Pase a nuestro local Swing of the Night, tenemos a las mejores chicas de la ciudad y música jazz en directo.
-Lo siento, - contesté sin expresar sentimiento alguno - no me apetece.
-¡Vamos! ¿Va a desaprovechar esta oportunidad? ¿Tiene algo mejor que hacer a estas horas? ¡Pase! Le invitaremos a la primera copa.

Cedí a la oferta del camarero y éste me invitó a pasar.

-¿Me permite su abrigo, señor?

Le dejé el abrigo y el sombrero para que lo colocara en el guardarropa. Camino por un largo pasillo poco iluminado. Se oía el dulce sonido de un saxo acompañado de un piano. Llego a la sala principal y, efectivamente, encuentro un pianista y un saxofonista. Los dos eran negros y tocaban con mucho sentimiento, casi expulsando sus almas en la música. La sala estaba recubierta por una neblina de humo de tabaco que hacían del lugar un sitio entrañable. Los músicos se encontraban a la izquierda, en un pequeño escenario. A la derecha una barra, a un lado el emborrachador, a otra el emborrachado. En el hueco entre la barra y la tarima denominada escenario unas cuantas de mesas, todas ellas vacías. Decido sentarme en una y pido un whisky solo.
Al momento llega una señorita rubia, muy guapa, con corsé a juego con el chaleco de los camareros, medias negras, tacones negros, liga roja y una pluma negra sobre su tocado perfectamente colocado. Con voz dulce me pregunta:

-Hola, guapo, ¿quieres pasar un buen rato?
-La oferta es tentadora, pero lo siento, no busco eso ahora mismo.-respondí.
-Vamos, sé que no puedes resistirte, ninguno lo ha conseguido hasta el momento.

Ella me acariciaba la cara y los hombros mientras hablaba. Me levanto, le doy un beso apasionado en los labios y me vuelvo a sentar diciendo:

-Seguramente haya sido ahora mismo uno de los hombres que más y mejor te haya amado.

Ella me miró extrañada, confusa, sin saber qué decir.

-No digas nada,- dije -sé que no entiendes esto, ni me conoces y sin embargo sé que llevas desde los 17 aquí. Que al principio no te gustaba pero luego te acostumbraste. Que has fingido enamorarte de cinco hombres al día, o más bien a la noche. Que te gustaría formar una familia estable y poder dejar esto pero sabes que no puedes, que tienes que seguir trabajando para él, el hombre al que más odias.

La chica dio unos pasos hacia atrás.

-¡Cállate! ¡No me conoces, no tienes ni idea de quien soy!- contestó nerviosa.

-Que te llamas Penny. Que vives en la calle Charles Johnson. Que te gusta escuchar música al despertarte y odias los paisajes de montaña. Que eres huérfana de padre y tu madre es alcohólica. Que estudiaste en el colegio Jason Hawks. Que nunca creíste en ningún dios. Que tu mejor amigo era Dave. Que siempre estuviste enamorada de Tommy.

La chica quedó anonadada ante mis palabras.

-¿Quién eres tú y de qué me conoces? - Preguntó muy nerviosa.

Encendí un cigarrillo tranquilamente y dije no sin antes suspirar:

-Soy el hombre que te ha amado desde el primer momento en que te vio. Soy el que siempre te prestó atención aunque ésta no fuera recíproca. Soy el que te vio enamorarte y desenamorarte. Soy el que escuchó tus llantos cuando la gente te criticaba. Soy el que intentó beberse tus lágrimas para que no quedara ni rastro de tu pena. Soy el que te buscó en bares, ciudades y locales para poder verte. En definitiva, soy el que ha estado esperando este momento 13 años, 4 meses, 1 semana, 3 días y 5 horas exactamente.

miércoles, 26 de enero de 2011

Frustración.

Llego a casa, dejo la chaqueta en el respaldo de la silla y me tiro en el sofá. El día ha sido una mierda y el siguiente no presenta síntomas de mejoría. Saco de mi bolsillo el paquete de tabaco y enciendo un cigarrillo. Cojo una hoja de papel e intento escribir. Y me decepciono a mi mismo. Leo lo que escribo y, hasta lo mejor sigue siendo una mierda. Puedo escribir mucho que todo seguirá siendo mierda, igual que mi día a día. Escribo cosas que normalmente no son y sin embargo no me canso de escribir. Escribo en situaciones y lugares en los que nunca he estado, y como si fuera normal. No me doy cuenta de que no soy nada y mis escritos son menos aún que eso. Me levanto rápido, doy una calada al cigarro, cojo los escritos y los lanzo lejos de mi vista. Los papeles estaban en el suelo y yo caminaba sobre ellos como si nada. Decido ponerme a estudiar y dejarme de gilipolleces de escribir. Tampoco soy capaz. Tiro el libro al suelo y todos mis apuntes. Busco mi móvil para pedir ayuda a un amigo y la veo a ella. No quiero verla. Quiero tener que odiarla. Quiero que salga de mi cabeza de una maldita vez. Exterminar mi pensamiento sobre ella de una vez por todas. Coger todos mis recuerdos y lanzarlos al suelo junto con mis escritos, apuntes y libros y luego disfrutar pisándolos. Quiero no tener que querer y querer odiarla simplemente. Estampo el móvil contra la pared. Y nervioso lloro por todas mis frustraciones continuadas. Lloro preguntándome el porqué de todos mis fracasos, el por qué a mí. Y aunque llorar no sirve de nada, de menos sirve escribir.

domingo, 23 de enero de 2011

Sonata nocturna de un mediocre.

7 birras, 3 colegas, 2 miradas, 1 poema. 0 ganas de quererte y 1000 maneras para odiarte. Y parece que estos dos números se dan la vuelta y se convierten en lo que no son. Vaya, parece más una biografía que un poema. Y veo como todo me quema y me deshace con el simple mirar de tus ojos, o el simple caminar de tus pasos. Buscas y no encuentras, bailas y no te mueves, fumas y no te colocas, bebes y no te emborrachas. Y busco una manera de aliviar todo y me doy cuenta de que las drogas no me llaman, el alcohol me representa y las penas me delatan. Quizá la mejor manera de no pensar sea con la música. Y es entonces cuando torturo a mi piano. Saco de él todo, lo exprimo, paso largas horas castigándole con el suave sonar de sus cuerdas golpeadas. Y mi alma fluye en cada nota, mi sentimiento en cada ligadura y mi interpretar en cada acorde. No lo sientes, pero lo siento, es demasiado tiempo pensando en ti. Escribiré canciones de olvido y no de amor en el próximo otoño. Pensaré en ti hasta entonces.

martes, 18 de enero de 2011

Ya se lo advertí.

Ya amé y me destrocé el alma, el corazón. Lo tiré al suelo, lo pisoteé, lo estrujé, lo rompí. Quería que le sirviera de lección para que aprendiera que amar no es tan bueno y bonito como te lo pintan. Abofeteé mis sentimientos con la finalidad de hacerle olvidar cualquier signo de levantamiento amoroso. No quería volver a pasar lo mismo. No quería que todas las noches las lagrimas reblandecieran la herida y la ahondaran. Y le pegaba palizas a mi pobre corazón todas las noches. Y lo encerraba bajo mi pecho sin dejarle ver la luz, por mucho que luchaba por salir afuera. Lo castigué con el humo del tabaco y con el alcohol del ron.
Y sin embargo, como obnubilado y haciendo que de nada sirviera todo mi afán por no quererte, apareciste y mi corazón fue tras de ti. No podía ver la luz del sol que tanto ansiaba pero se conformaba con tu luz. El humo y el alcohol no le gustaban pero si bebía contigo, quería llegar al coma etílico. Y en los días de mayor desesperación por verte se alteraba más de la cuenta hasta el punto de llegar a asustarme. Los augurios eran ciertos y mi corazón volvió a sufrir lo ya sufrido anteriormente. Pobre corazón cegado y loco que sólo sigue los impulsos que una dama le confiere.

sábado, 15 de enero de 2011

Reflexión amorentista del mundo.

Que jugamos por parejas y siempre quedo de pico.
Se reparten las cartas y tengo una más que los demás.
¿Y qué decir cuando no dejas de caer y levantarte continuamente?
Porque cuando te cansas de levantarte, la idea de pico se refuerza.
Porque quizá signifique que no puedo jugar nunca.
Y conozco las reglas, sí.
Pero no puedo jugar.
Mañana me levantaré temprano y pensaré en otras cosas.
Mientras tanto, el mundo es una mierda.

jueves, 13 de enero de 2011

La espera desespera al esperanzado.

Tic
Tac
Tic
Tac
Tic
Tac

Espera
Espera
Espera
Leyendo clásicos como Petrarca, Dante o Camoes a la 1 de la madrugada.
Y esperar. Esperar. Esperar.
Para todo necesitas esperar.
Y para todo te piden que esperes.
Para llegar en el bus a tu parada.
Para hacer la compra de la semana.
Para recibir una respuesta de la amada.
Para olvidar que todo lo que hiciste no sirvió de nada.
Y compraré una alfombrilla para la entrada de mi casa que ponga en letras grandes y en color rojo: WAIT.
Sí, y vivir esperando.
Oyendo el irritante sonido del reloj: Tic-Tac-Tic-Tac
Y esperar. Esperar. Esperar.
Y el que desespera no deja de esperar, simplemente demuestra su enfado ante la espera pero sigue esperando.
Y de tanto esperar llegará un día en que no puedas seguir esperando.
Te arrepientes y lamentas por haber esperado tanto tiempo algo que no llegaría.
Te das cuenta y toda tu vida ha sido un continuo: Tic-Tac-Tic-Tac.

martes, 11 de enero de 2011

Como meter tu futuro en la trituradora.

El rumbo de mis pasos se va desviando de la senda pensada antes de echar a andar. Siempre antes de lanzar el primer pie, pienso la ruta que seguiré. Más esta vez, no he seguido correctamente el camino. Sí, estoy hablando de ti. Porque por tu culpa desplacé mis pasos. Porque no quería seguir este camino y has hecho que entre una vez más en los dominios de Cupido. Donde San Sebastián sólo recibió saetas de ese angelito travieso y juguetón. Y como decía antes, me desvié de mi ruta pensada. Simplemente quería llevar todo hacia adelante y no toparme con más obstáculos que los habituales. Pero tú... Tú no eres un obstáculo habitual. Por tu maldita culpa me cuesta pensar cada detalle, cada elemento, cada cosa. Todo lo que quiero decir siempre pasa antes por tu pensamiento. Cualquier acción, no será acción si antes no te imaginé. Sólo tu nombre puede causar una brecha mortal. Y tu imagen... Tu imagen, sencillamente, no puedo permitirme el lujo de verla. Mi retina retiene todavía mi último encuentro contigo. Y por ello sigo enfermo a día de hoy. Ni paracetamol ni ácido acetil salicílico. Ólvidate de todo eso, amigo mío, si de lo que sufres es de amor.

lunes, 10 de enero de 2011

Disfruta de los malos tiempos. Mañana serán peores.

Caminar. Caminar un largo rato por la calle. Un domingo a la 1 de la madrugada sólo y con una chaqueta que ni siquiera abriga. 10 de enero. Ya han pasado 10 días desde que empezó el año. Y sigo pensando lo mismo y actuando igual. No sé si debería pero esa no es la cuestión. La cuestión es que ahora camino por estas calles con tres almas y dos de ellas borrachas. Año nuevo, pensamiento viejo, alma destrozada. Sigo caminando y sólo veo miseria. Todo muerto. "Al menos no anda muy lejos de cómo estoy por dentro" pensé. Porque por dentro también estaba todo cerrado y sólo quedan dos o tres pensamientos abiertos. El resto todos ebrios y en malas condiciones. Y si te pienso, seguramente termine sentado en cualquier escalón de la calle y me detenga en mi camino para llorar tu ausencia o mi figurada muerte en ese aspecto. Las cosas se vuelven cada vez más difíciles y la luz cada vez es menor. El día en que se extinga la luz no te pensaré, pero tendré frío, mucho frío, y estaré ciego, y lo más probable es que me emborrache a diario por el simple hecho de no tener en quien pensar. Y me drogaré con las peores sustancias que existan en la tierra por "aburrimiento". No lo sé con certeza pero tampoco me gustaría tener que experimentarlo. No obstante sigo caminando con los cascos puestos. El miedo vendrá cuando se acabe la batería y oiga el ruido que deja el silencio al entrar en mí.

domingo, 9 de enero de 2011

Sacando lo muerto.

Podría autoconsiderarme amoroso por eso de que siempre hablo de lo mismo:
Mismas movidas,
mismas rayadas,
mismas historias,
mismos pensamientos.
Pero no.
Prefiero ser odiado
y no el que escribía cosas bonitas enamorado de su musa.
No quiero querer,
pero quiero.
Y quizás no te guste, pero quiero ser el mayor hijo de puta que haya pisado la tierra.
Y quizás no te guste, pero tú también quieres serlo.

lunes, 3 de enero de 2011

Delirium Tremens.

Figuras en las paredes que te asustan, que dan miedo. Las ves moverse escurridizamente e intentar abalanzarse sobre ti. Y las intento esquivar aún sabiendo que nunca podrían alcanzarme. Es todo producto del delirio provocado por el exceso de alcohol. Y sin embargo sigo bebiendo. Y cada vez aparecen figuras más extrañas, más amorfas. Bailan al son de la música de mis pensamientos. Y a mí me dan miedo, mucho mucho miedo. Es de noche y me siento indefenso ante estas figuras extrañas que no sé qué buscan en mí. Sigo bebiendo y, de pronto, aparece algo que no me esperaba. Aparece una figura nueva distinta a las anteriores pero que reconocí al instante. No había dejado de estudiarte desde hacía mucho y sabía perfectamente cómo era tu silueta. Y así fue, apareció tu silueta en la pared. Quedé aterrorizado al verte pensando que te veía hasta cuando intentaba dejar de verte. Tenía que odiarte con todas mis fuerzas pero no quería tener que hacerlo. Y me paralizó el miedo de ver tu silueta de nuevo frente a mí. Eran todo sombras pero que no estaban siendo proyectadas por ningún foco. De hecho no existía objeto físico en aquel momento, pero eran sombras. Sombras aterradoras. No era capaz de dormir y estaba demasiado borracho. Era la quinta noche seguida que me ocurría.

sábado, 1 de enero de 2011

Cabizbajo.

Esta noche se merece un brindis de copas vacías.
Hacer chocar dos de ellas y dejar que la vibración dure cuanto quiera.
Escuchar cada segundo en el reloj de tu cuarto y percatarte de la fugacidad del tiempo.
Estar solo sin quererlo en esta jodida habitación pequeña que agobia y asfixisia.
Intentar coger aire y no poder, no ser capaz.
Aumenta el ritmo cardiaco, la sangre comienza a calentarse.
Buscar una ventana y ver que no hay, que la luz no llega a ese sitio y no puede llegar nunca.
Sentarme en una esquina, apoyar la espalda y bajar la cabeza.
Bajar la cabeza...
Bajar la cabeza...