"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

miércoles, 26 de enero de 2011

Frustración.

Llego a casa, dejo la chaqueta en el respaldo de la silla y me tiro en el sofá. El día ha sido una mierda y el siguiente no presenta síntomas de mejoría. Saco de mi bolsillo el paquete de tabaco y enciendo un cigarrillo. Cojo una hoja de papel e intento escribir. Y me decepciono a mi mismo. Leo lo que escribo y, hasta lo mejor sigue siendo una mierda. Puedo escribir mucho que todo seguirá siendo mierda, igual que mi día a día. Escribo cosas que normalmente no son y sin embargo no me canso de escribir. Escribo en situaciones y lugares en los que nunca he estado, y como si fuera normal. No me doy cuenta de que no soy nada y mis escritos son menos aún que eso. Me levanto rápido, doy una calada al cigarro, cojo los escritos y los lanzo lejos de mi vista. Los papeles estaban en el suelo y yo caminaba sobre ellos como si nada. Decido ponerme a estudiar y dejarme de gilipolleces de escribir. Tampoco soy capaz. Tiro el libro al suelo y todos mis apuntes. Busco mi móvil para pedir ayuda a un amigo y la veo a ella. No quiero verla. Quiero tener que odiarla. Quiero que salga de mi cabeza de una maldita vez. Exterminar mi pensamiento sobre ella de una vez por todas. Coger todos mis recuerdos y lanzarlos al suelo junto con mis escritos, apuntes y libros y luego disfrutar pisándolos. Quiero no tener que querer y querer odiarla simplemente. Estampo el móvil contra la pared. Y nervioso lloro por todas mis frustraciones continuadas. Lloro preguntándome el porqué de todos mis fracasos, el por qué a mí. Y aunque llorar no sirve de nada, de menos sirve escribir.

domingo, 23 de enero de 2011

Sonata nocturna de un mediocre.

7 birras, 3 colegas, 2 miradas, 1 poema. 0 ganas de quererte y 1000 maneras para odiarte. Y parece que estos dos números se dan la vuelta y se convierten en lo que no son. Vaya, parece más una biografía que un poema. Y veo como todo me quema y me deshace con el simple mirar de tus ojos, o el simple caminar de tus pasos. Buscas y no encuentras, bailas y no te mueves, fumas y no te colocas, bebes y no te emborrachas. Y busco una manera de aliviar todo y me doy cuenta de que las drogas no me llaman, el alcohol me representa y las penas me delatan. Quizá la mejor manera de no pensar sea con la música. Y es entonces cuando torturo a mi piano. Saco de él todo, lo exprimo, paso largas horas castigándole con el suave sonar de sus cuerdas golpeadas. Y mi alma fluye en cada nota, mi sentimiento en cada ligadura y mi interpretar en cada acorde. No lo sientes, pero lo siento, es demasiado tiempo pensando en ti. Escribiré canciones de olvido y no de amor en el próximo otoño. Pensaré en ti hasta entonces.

martes, 18 de enero de 2011

Ya se lo advertí.

Ya amé y me destrocé el alma, el corazón. Lo tiré al suelo, lo pisoteé, lo estrujé, lo rompí. Quería que le sirviera de lección para que aprendiera que amar no es tan bueno y bonito como te lo pintan. Abofeteé mis sentimientos con la finalidad de hacerle olvidar cualquier signo de levantamiento amoroso. No quería volver a pasar lo mismo. No quería que todas las noches las lagrimas reblandecieran la herida y la ahondaran. Y le pegaba palizas a mi pobre corazón todas las noches. Y lo encerraba bajo mi pecho sin dejarle ver la luz, por mucho que luchaba por salir afuera. Lo castigué con el humo del tabaco y con el alcohol del ron.
Y sin embargo, como obnubilado y haciendo que de nada sirviera todo mi afán por no quererte, apareciste y mi corazón fue tras de ti. No podía ver la luz del sol que tanto ansiaba pero se conformaba con tu luz. El humo y el alcohol no le gustaban pero si bebía contigo, quería llegar al coma etílico. Y en los días de mayor desesperación por verte se alteraba más de la cuenta hasta el punto de llegar a asustarme. Los augurios eran ciertos y mi corazón volvió a sufrir lo ya sufrido anteriormente. Pobre corazón cegado y loco que sólo sigue los impulsos que una dama le confiere.

sábado, 15 de enero de 2011

Reflexión amorentista del mundo.

Que jugamos por parejas y siempre quedo de pico.
Se reparten las cartas y tengo una más que los demás.
¿Y qué decir cuando no dejas de caer y levantarte continuamente?
Porque cuando te cansas de levantarte, la idea de pico se refuerza.
Porque quizá signifique que no puedo jugar nunca.
Y conozco las reglas, sí.
Pero no puedo jugar.
Mañana me levantaré temprano y pensaré en otras cosas.
Mientras tanto, el mundo es una mierda.

jueves, 13 de enero de 2011

La espera desespera al esperanzado.

Tic
Tac
Tic
Tac
Tic
Tac

Espera
Espera
Espera
Leyendo clásicos como Petrarca, Dante o Camoes a la 1 de la madrugada.
Y esperar. Esperar. Esperar.
Para todo necesitas esperar.
Y para todo te piden que esperes.
Para llegar en el bus a tu parada.
Para hacer la compra de la semana.
Para recibir una respuesta de la amada.
Para olvidar que todo lo que hiciste no sirvió de nada.
Y compraré una alfombrilla para la entrada de mi casa que ponga en letras grandes y en color rojo: WAIT.
Sí, y vivir esperando.
Oyendo el irritante sonido del reloj: Tic-Tac-Tic-Tac
Y esperar. Esperar. Esperar.
Y el que desespera no deja de esperar, simplemente demuestra su enfado ante la espera pero sigue esperando.
Y de tanto esperar llegará un día en que no puedas seguir esperando.
Te arrepientes y lamentas por haber esperado tanto tiempo algo que no llegaría.
Te das cuenta y toda tu vida ha sido un continuo: Tic-Tac-Tic-Tac.

martes, 11 de enero de 2011

Como meter tu futuro en la trituradora.

El rumbo de mis pasos se va desviando de la senda pensada antes de echar a andar. Siempre antes de lanzar el primer pie, pienso la ruta que seguiré. Más esta vez, no he seguido correctamente el camino. Sí, estoy hablando de ti. Porque por tu culpa desplacé mis pasos. Porque no quería seguir este camino y has hecho que entre una vez más en los dominios de Cupido. Donde San Sebastián sólo recibió saetas de ese angelito travieso y juguetón. Y como decía antes, me desvié de mi ruta pensada. Simplemente quería llevar todo hacia adelante y no toparme con más obstáculos que los habituales. Pero tú... Tú no eres un obstáculo habitual. Por tu maldita culpa me cuesta pensar cada detalle, cada elemento, cada cosa. Todo lo que quiero decir siempre pasa antes por tu pensamiento. Cualquier acción, no será acción si antes no te imaginé. Sólo tu nombre puede causar una brecha mortal. Y tu imagen... Tu imagen, sencillamente, no puedo permitirme el lujo de verla. Mi retina retiene todavía mi último encuentro contigo. Y por ello sigo enfermo a día de hoy. Ni paracetamol ni ácido acetil salicílico. Ólvidate de todo eso, amigo mío, si de lo que sufres es de amor.

lunes, 10 de enero de 2011

Disfruta de los malos tiempos. Mañana serán peores.

Caminar. Caminar un largo rato por la calle. Un domingo a la 1 de la madrugada sólo y con una chaqueta que ni siquiera abriga. 10 de enero. Ya han pasado 10 días desde que empezó el año. Y sigo pensando lo mismo y actuando igual. No sé si debería pero esa no es la cuestión. La cuestión es que ahora camino por estas calles con tres almas y dos de ellas borrachas. Año nuevo, pensamiento viejo, alma destrozada. Sigo caminando y sólo veo miseria. Todo muerto. "Al menos no anda muy lejos de cómo estoy por dentro" pensé. Porque por dentro también estaba todo cerrado y sólo quedan dos o tres pensamientos abiertos. El resto todos ebrios y en malas condiciones. Y si te pienso, seguramente termine sentado en cualquier escalón de la calle y me detenga en mi camino para llorar tu ausencia o mi figurada muerte en ese aspecto. Las cosas se vuelven cada vez más difíciles y la luz cada vez es menor. El día en que se extinga la luz no te pensaré, pero tendré frío, mucho frío, y estaré ciego, y lo más probable es que me emborrache a diario por el simple hecho de no tener en quien pensar. Y me drogaré con las peores sustancias que existan en la tierra por "aburrimiento". No lo sé con certeza pero tampoco me gustaría tener que experimentarlo. No obstante sigo caminando con los cascos puestos. El miedo vendrá cuando se acabe la batería y oiga el ruido que deja el silencio al entrar en mí.

domingo, 9 de enero de 2011

Sacando lo muerto.

Podría autoconsiderarme amoroso por eso de que siempre hablo de lo mismo:
Mismas movidas,
mismas rayadas,
mismas historias,
mismos pensamientos.
Pero no.
Prefiero ser odiado
y no el que escribía cosas bonitas enamorado de su musa.
No quiero querer,
pero quiero.
Y quizás no te guste, pero quiero ser el mayor hijo de puta que haya pisado la tierra.
Y quizás no te guste, pero tú también quieres serlo.

lunes, 3 de enero de 2011

Delirium Tremens.

Figuras en las paredes que te asustan, que dan miedo. Las ves moverse escurridizamente e intentar abalanzarse sobre ti. Y las intento esquivar aún sabiendo que nunca podrían alcanzarme. Es todo producto del delirio provocado por el exceso de alcohol. Y sin embargo sigo bebiendo. Y cada vez aparecen figuras más extrañas, más amorfas. Bailan al son de la música de mis pensamientos. Y a mí me dan miedo, mucho mucho miedo. Es de noche y me siento indefenso ante estas figuras extrañas que no sé qué buscan en mí. Sigo bebiendo y, de pronto, aparece algo que no me esperaba. Aparece una figura nueva distinta a las anteriores pero que reconocí al instante. No había dejado de estudiarte desde hacía mucho y sabía perfectamente cómo era tu silueta. Y así fue, apareció tu silueta en la pared. Quedé aterrorizado al verte pensando que te veía hasta cuando intentaba dejar de verte. Tenía que odiarte con todas mis fuerzas pero no quería tener que hacerlo. Y me paralizó el miedo de ver tu silueta de nuevo frente a mí. Eran todo sombras pero que no estaban siendo proyectadas por ningún foco. De hecho no existía objeto físico en aquel momento, pero eran sombras. Sombras aterradoras. No era capaz de dormir y estaba demasiado borracho. Era la quinta noche seguida que me ocurría.

sábado, 1 de enero de 2011

Cabizbajo.

Esta noche se merece un brindis de copas vacías.
Hacer chocar dos de ellas y dejar que la vibración dure cuanto quiera.
Escuchar cada segundo en el reloj de tu cuarto y percatarte de la fugacidad del tiempo.
Estar solo sin quererlo en esta jodida habitación pequeña que agobia y asfixisia.
Intentar coger aire y no poder, no ser capaz.
Aumenta el ritmo cardiaco, la sangre comienza a calentarse.
Buscar una ventana y ver que no hay, que la luz no llega a ese sitio y no puede llegar nunca.
Sentarme en una esquina, apoyar la espalda y bajar la cabeza.
Bajar la cabeza...
Bajar la cabeza...