"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

miércoles, 26 de enero de 2011

Frustración.

Llego a casa, dejo la chaqueta en el respaldo de la silla y me tiro en el sofá. El día ha sido una mierda y el siguiente no presenta síntomas de mejoría. Saco de mi bolsillo el paquete de tabaco y enciendo un cigarrillo. Cojo una hoja de papel e intento escribir. Y me decepciono a mi mismo. Leo lo que escribo y, hasta lo mejor sigue siendo una mierda. Puedo escribir mucho que todo seguirá siendo mierda, igual que mi día a día. Escribo cosas que normalmente no son y sin embargo no me canso de escribir. Escribo en situaciones y lugares en los que nunca he estado, y como si fuera normal. No me doy cuenta de que no soy nada y mis escritos son menos aún que eso. Me levanto rápido, doy una calada al cigarro, cojo los escritos y los lanzo lejos de mi vista. Los papeles estaban en el suelo y yo caminaba sobre ellos como si nada. Decido ponerme a estudiar y dejarme de gilipolleces de escribir. Tampoco soy capaz. Tiro el libro al suelo y todos mis apuntes. Busco mi móvil para pedir ayuda a un amigo y la veo a ella. No quiero verla. Quiero tener que odiarla. Quiero que salga de mi cabeza de una maldita vez. Exterminar mi pensamiento sobre ella de una vez por todas. Coger todos mis recuerdos y lanzarlos al suelo junto con mis escritos, apuntes y libros y luego disfrutar pisándolos. Quiero no tener que querer y querer odiarla simplemente. Estampo el móvil contra la pared. Y nervioso lloro por todas mis frustraciones continuadas. Lloro preguntándome el porqué de todos mis fracasos, el por qué a mí. Y aunque llorar no sirve de nada, de menos sirve escribir.

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