Disonancias muy acordes en la corriente del compás
y sus caderas, sus maneras, como un metrónomo.
Pisando el aire, matando el tiempo, bebiendo vino,
desde que te cantan ya no sientes los cristales en la suela
y las canciones retumban en las paredes de cartón.
Y los vientos mueven tus faldas, perdidas,
en palabras que ya no importan porque es tarde
y las luces ya se apagan.
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