"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

martes, 16 de octubre de 2012

El bosque.

Despierto en un bosque oscuro. No veo nada a mi alrededor. Miro hacia arriba y tan solo puedo ver unos rayos de sol diminutos que no son capaces de tocar el suelo por la desmesurada altura de los árboles. Únicamente guiado por los haces de luz decido escalar los árboles. Sus cortezas están frías, cubiertas de musgo y resbalan. De rama en rama, procurando no romper ninguna, asciendo hacia mi meta. Cada vez estoy más cerca pero el cansancio hace que suba a un ritmo mucho menor. Mis brazos y piernas están agarrotados pero si quiero saber dónde estoy, tengo que seguir. El aire se hace menos denso, más puro, menos viciado. Empiezo a sentir el calor en mi cuerpo. Por fin llego a la cima. No veo nada. Mis ojos están acostumbrados a la oscuridad y la luz que golpea mis ojos no me permite ver nada durante unos segundos. Parpadeo y...

No era el sol lo que me cegaba y calentaba, sino fuego que caía del cielo en forma de lluvia sobre el verde follaje de los árboles. Curiosamente, no llegaba a prender y cuando caían esas gotas sobre mi cuerpo, no sentía sino una suave caricia de agua caliente pero que dejaba quemaduras de segundo grado en mi piel. Al no sentir dolor, decidí recostarme sobre los árboles y disfrutar de las vistas mientras escuchaba cómo las hojas se amaban empujadas por el viento.

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