"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El faro.

Menuda mierda de cuchitril. Estoy harto de vivir encerrado en una habitación llena de libros, en una casa llena de gente que grita: NICO, NO HAS HECHO... bla, bla, bla...A ver si se callan ya y me dejan en paz. Pretenden que estudie y ni siquiera respetan mis horarios de estudio. Todo el día echándome en cara cosas y más cosas. Ellos también fallan y no estoy todo el día encima. Me pongo los cascos y escucho a mi grupo favorito: Skizoo. Parece que así es mi única manera de evadirme de toda esa gente que me grita todo el día.
Termina la canción, me pongo mi chupa de cuero y salgo a la calle. El día está nublado. Así habrá menos gente en la calle, más tiempo para relajarme. Camino por la larga avenida con pasos firmes pero disfrutando de cada pisada. Olor a tierra mojada. ¡Vaya! Parece que después de la tormenta de mi casa, viene la calma entre las nubes grises de la calle. Graciosa ironía ¿eh?. ¡Joder! Ya viene otra vez el pesado ese. Déjame ya en paz tío, que te pires, que no te quiero ni ver, todo el día pidiéndome que vaya al faro contigo. ¡Clara! ¿Vamos al café? Vamos juntos de la mano al café de la esquina. Allí pido dos cafés pero uno descafeinado, el de ella, aunque en realidad sólo lo pide por encajar conmigo y aparenta que le gusta el café porque siempre lo deja entero y me lo tengo que beber yo. Salimos, la despido con un beso y me marcho dirección mi hogar. Sí, ese sitio terrible donde están todo el día como el pesado del faro. No aguanto aquí, voy a acabar loco. Llaman al timbre. Es Clara. Quiere que vaya con ella al faro. Bajo corriendo las escaleras. No me había dado tiempo a quitarme el abrigo así que salgo sin más. La beso y vamos de la mano hasta el faro. Allí me encuentro al señor tan pesado que insistía día tras día que le acompañara al faro. Me grita muy fuerte y Clara no puede creer que no le haya acompañado ni una vez cuando aquel hombre era su padre. Los dos me gritan y yo retrocedo hasta que tropiezo y caigo faro abajo. Mi nombre de verdad era Alberto. Nico era tan solo el apócope de mi esquizofrenia.

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