Él no sabe cuándo llueve y cuándo no.
Y las gotas le dan en la cara
y se le llena el rostro de agua.
Pero dice que no sabe cuándo llueve y cuándo no.
El viento le mueve el pelo,
se lo despeina y juega con él
como si las hadas encontraran divertido
aquel ir y venir de mechones.
Cierra los ojos y piensa en lo absurdo
de todo lo que piensa que cierra al tapar sus ojos.
Estúpidas manías que repite sin preguntarse,
como un río busca incesante su mar.
Al abrirlos todo sigue igual,
las ideas, el viento, el agua,
cada cosa en su lugar.
Pero dice que no sabe cuándo llueve y cuándo no.
...Quizá porque no distingue las lágrimas de la lluvia?
ResponderEliminarMuy bueno, como siempre. Un abrazo.