Las raíces que te arrastran tantas veces
y yo que me encasquillo cuando hablo.
Que si roza mi piel con tu piel ya no tiemblo,
ya no temblamos,
y si lo hacemos no es de miedo, no.
Que me gusta una mirada sincera
de esas que los niños pintan con las manos
y se manchan de colores vivos
(como nosotros)
que me recuerdan que ha llegado la primavera.
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