Entonces resonó Catulo:
Da mi basia mile
Y hasta él se quedaba corto.
Cuando dejamos de besar con los labios
lo hicimos con el alma
y he de reconocer que te quedaban genial
cuando los manchamos de caricias.
Ahora ya no olvido cada beso
y los arrastro conmigo en cada paso,
en cada peso,
en cada despertar vacío.
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