que ve cómo se le escapa la vida tras la barra de un bar
atendiendo a hombres de mente ahogada
y sonrisas cargadas de lascivia.
Una eternidad entre copas sin champán,
vasos rotos, suelo sucio y pecho empañado
con el vapor de unos besos fugaces
porque la mañana se le echaba encima.
Cuentan que no se le ha vuelto a ver,
que después de aquella noche se desvaneció
entre los oscuros rincones de callejones viejos
donde la corriente no llega.
Si alguna vez la ven, aléjense de sus vaivenes,
de sus caderas con maneras peculiares,
y no se dejen capturar por sus movimientos
con los que una vez nos convirtió a todos en sal.
Una eternidad entre copas sin champán,
vasos rotos, suelo sucio y pecho empañado
con el vapor de unos besos fugaces
porque la mañana se le echaba encima.
Cuentan que no se le ha vuelto a ver,
que después de aquella noche se desvaneció
entre los oscuros rincones de callejones viejos
donde la corriente no llega.
Si alguna vez la ven, aléjense de sus vaivenes,
de sus caderas con maneras peculiares,
y no se dejen capturar por sus movimientos
con los que una vez nos convirtió a todos en sal.
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