como el granizo por la tarde.
Pero no sé ser si no es así,
en un susurro, en un suspiro.
Como el agua que roza la orilla
y poco a poco la consume.
Siendo una y a la vez millones,
siendo todo y a la vez parte.
Sin querer que cada quiebro
rompa mi garganta y la diluya,
me ahogue y me transporte
a una dimensión asfixiante.
Y derramar la copa sobre la mesa.
Que el vino interprete su tragedia
sobre una escena no escrita
en mis teatros de incertidumbre.
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