Ni entre acordes de una lira ni al final del abismo.
Que si no existes no seré yo quien te invente.
Y no por falta de ganas, sino porque bien es sabido que nunca fui un gran escultor.
Y pido perdón al mundo por privarlo de ti.
Quizá algún día aprenda, no lo descarto.
Pero hasta entonces solo podré escribir unas líneas para excusar mis temores.
Y me ahogué entre botellas de alcohol
para guiarme solo por tu esencia.
Pero cuanto más me adentraba en esos mares,
más te perdía la pista,
menos precisión tenía.
Así que siento haber tenido que tirarte
a lo más profundo de este mar,
pero ni soy ningún Da Vinci
ni sé sacar de tu mármol tu mejor perfil.
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