Un universo estático,
pero no muerto.
En su inmensa incertidumbre
sus ojos se pierden
y no encuentran un lugar donde descansar.
Y las estrellas mueren.
Y el Cosmos sigue en su sitio.
Como un rey viendo sus dominios
poco a poco desvanecerse
entre llamas y explosiones.
El humano intenta pronunciarse
pero la enormidad lo silencia.
El miedo juega su papel
y la fragilidad está a la vuelta de la esquina.
Pero como el cristal se hace pedazos
justo antes de impactar,
el hombre se destruye
sin haber encontrado
un punto donde fijar sus ojos.
Y mantiene la vista perdida,
perdida en su incertidumbre.
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