Y quizás acabe en cualquier rincón
borracho, sin nada que objetar,
con una botella de ron bajo el brazo
y mil ideas muertas bajo los sesos.
Que duelen las heridas del pasado,
escondidas bajo la piel pero sucias,
infectadas y doloridas, abiertas siempre,
y para cerrarlas hay que cortar primero.
Abrazado a un sutil piano,
sin nadie a mi alrededor que espere su sonido.
Que no cure ni tampoco hiera.
Que sepa decir "quédate toda la noche".
Me preguntarán y sonreiré.
Me reiré y haré como que no tengo muros.
Y mientras esconderé mis puños
ambos bañados en sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario