De nuevo su sonrisa lo había llevado a perder la consciencia. Una fina curva, una comisura, tan sutil, tan perfecta, tan simple. En ese momento se paseó por su silueta. Resbaló a sus caderas memorizando la medida de cada ángulo de aquel cuerpo de mujer. Cayó, no a sus pies, más abajo, mucho más aún. Una caída que parecía no tener fin.
Seguía en ese sofá, sentado, mirando la televisión sin ver nada, con la cerveza caliente y su figura dibujada en la retina.
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