No sabía qué era lo que tenía
ni todo lo que podía perder.
Cuando vives asentado
y permaneces en un sitio fijo
y perteneces a un lugar concreto.
Cuando ya no vives de aeropuertos
y estaciones cansadas.
Cuando vives donde todo el mundo está dormido.
Cuando vives cual hombre
sin filósofo, sin luz que ilumine,
el camino por la caverna de Platón.
Cuando vives en peligro constante
de no saber salir,
flotando en el hastío de una vida que se va.
Cuando vives rodeado de martillos astillados
con las manos doloridas y ensangrentadas
y con una pértiga para saltar los muros.
No sabía qué era lo que tenía
ni todo lo que podía perder.
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