Corre. No mires atrás y sigue corriendo hacia adelante. Sí,
te están persiguiendo. Da igual quién sea o por qué lo haga, tú no pares de
correr. Gira a la derecha. Bien. Ahora gira a la izquierda, por ese callejón.
Cuando llegues al final, salta la valla. Y sigue corriendo. Gira a la derecha y
pégate a la pared. Bien, ya no te siguen. Parece que los has despistado.
Siéntate en el suelo y descansa. Nota tu corazón desbocado, golpeando tu pecho
desde el interior. Mete aire en tus pulmones. Ya has descansado lo suficiente.
Levántate. Dirígete al banco que hay girando a la izquierda al final de esta
calle. Bien, ya estás en la puerta. Pon la mano en tu revólver. Entra. Saca el
arma. Dispara una vez al techo y no grites. Mantente frío. Pídele todo el
dinero a la de la ventanilla. Si no se mueve rápido, apúntale con calma. Bien.
Ahora que tienes el dinero, sal por la puerta de atrás. Corre otra vez. No te
gires. Van a disparar pero tú no te des la vuelta. Sigue corriendo. Gira a la
izquierda. Ignora las balas. Si te paras ahora, eres hombre muerto. Entra en la
casa que tienes a tu derecha. Deja el dinero encima de la mesa y túmbate en la
cama. Enciéndete un cigarro. La sangre está manchando tu colcha. Esos disparos han
tocado puntos claves. No te aferres a la vida. Disfruta de lo poco que te queda de
ella.
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