Hasta que un día te levantas de la cama, te miras al espejo en gayumbos y dices: ¡Que le den por culo a todo!
Te pones unos vaqueros, unas converse, una camiseta blanca y tu chaqueta de cuero negro, esa que tanto te gusta, vas al estanco más cercano, compras tabaco para un regimiento, te sientas en un banco, enciendes uno y esperas mirando a la gente pasar. Una chica desconocida, de buen ver, se sienta en el mismo banco que tú y no precisamente por casualidad. El resto, escríbanlo ustedes mismos en su imaginación.
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