"Alcohol may be man's worst enemy, but the Bible says love your enemy" Frank Sinatra.

jueves, 28 de marzo de 2013

Tiempo que va. Tiempo que viene.


- ¿Y no era más fácil decir ‘cama’ que ‘tálamo’?
- No, James. Cama no es lo mismo que tálamo. El tálamo es mucho más que una cama. Es un símbolo de la unión entre dos personas. Una cama podría ser la cama de alguien de nuestra edad o la de un soltero en el centro de Nueva York. El tálamo es donde comenzará y se construirá durante toda una vida una historia. Una historia que tendrá nombre y apellidos para todo el mundo menos para ellos, que simplemente querrán olvidarse de todo tipo de formalismos y aprovechar todo el tiempo que puedan juntos.
- Tú has leído demasiado a los filósofos clásicos… Hedonismo en estado puro.
- ¿Hedonismo? ¿Qué es hedonismo?
Se trata de la búsqueda del placer como fin en la vida. Cuando has dicho tálamo, me he dado cuenta de que el ser humano trata de buscar durante toda su vida la felicidad, pero ésta solo se alcanza cuando encontramos el placer. Por tanto, podríamos decir que todo el mundo, en última instancia, es hedonista.
- ¡Vaya, me dices a mí, pero tú estás hoy muy filosófico! Por cierto, ¿conoces el Principio de Incertidumbre de Heisenberg?
- La verdad es que no tengo ni la más remota idea, Charlie.
- En 1927 un matemático enunció el principio de incertidumbre que, resumiendo, quería decir que en toda predicción siempre queda un margen de incertidumbre, siempre habrá un resquicio de inexactitud. ¿James, qué crees tú que habrá en ese margen?
- Creo que no deberías hacer esa pregunta. Lo bello de esta teoría es la existencia de la incertidumbre, del no saber, del no conocer. Si algún día conseguimos averiguar lo que hay, la incertidumbre perderá toda su magia.
- Bueno, visto así… Te quería comentar otra cosa. Un señor muy mayor me paró el otro día en la calle y me contó una historia bastante extraña. Trataba sobre humo, sueños y un barco pirata. No lo entendí muy bien. Solo podía mirar su rostro demacrado. Parecía que el señor había pasado por todo tipo de calamidades y horrores y se hubiera quedado todo plasmado en su cuerpo. Estuve varias noches sin dormir, no podía quitarme la imagen de la cabeza.
- Eso se llama insomnio. Yo lo tuve una temporada y la verdad acabé muy cansado. Daba vueltas y vueltas en la cama, muy cansado, pero sin poder dormir. Es una sensación de impotencia constante. Añoras el sueño cuando otras veces lo odias por tener que irte a la cama muy pronto y desaprovechar horas de vida. Buscas la pérdida de la consciencia absoluta, que tu imaginación vuele, que el Ello de Freud haga de las suyas trasladándote a todo tipo de lugares. ¿No es maravilloso, James?
- Efectivamente. Un mundo en el que todo es etéreo, volátil. Muchas veces buscamos arduamente algo y justo cuando parece que vamos a conseguirlo, se esfuma ante nuestros ojos, desaparece o te despiertas.
- Pero en mi caso, cuando despierto, comienza el hastío. Noto que mis necesidades están cubiertas pero que no soy feliz. Que me falta algo para sentirme vivo. Que cada día es igual.
- ¿Con la edad que tenemos? Charlie, no me lo puedo creer. ¿Y qué harás cuando tengas 70 años? Ahora mismo estamos en la mejor edad.
- Es todo bastante confuso. Parece una nube de humo negro enorme en la que cuesta respirar y ver pero que sabes que con una racha de viento se disipa.
- ¡Niños, a merendar!
- Vamos Charlie, mamá nos llama. Seguro que nos tiene preparados los dulces que tanto nos gustan. Además, empieza a hacer frío aquí fuera.
- Sí, mucho frío. Pero es un frío húmedo que cala muy hondo.
- Debe de ser el río, que al estar cerca nos deja helados.
- No me gusta nada este tipo de frío. Por muchas mantas que use mamá para arroparme sigo congelado.
- ¡Charles! ¡James! ¿Dónde estáis?
- ¡Ya vamos, mamá! –respondieron al unísono mientras guardaban en el baúl los juguetes con los que llevaban toda la tarde jugando.

lunes, 11 de marzo de 2013

Rick.

Rick despertó con un fuerte dolor de cabeza encadenado de pies y manos a una silla. La luz le cegaba y tardó en acostumbrarse. Poco a poco pudo vislumbrar que se encontraba en una sala vacía, justo enfrente de una puerta. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Por qué?
Intentó soltarse pero era imposible. Las cadenas eran tan gruesas que ni un caballo joven podría haberlas roto. Tenía mujer e hijos. ¿Qué desalmado lo tenía allí inmóvil y cuál era el motivo? Rick era un simple profesor de instituto, de clase media. Un tipo muy corriente y no podía ni siquiera  adivinar las intenciones de su secuestrador.

- ¡EH! ¡¿HAY ALGUIEN AHÍ?! ¡POR FAVOR, SACADME DE AQUÍ! ¡COGED LO QUE QUERÁIS! ¿DINERO? ¿JOYAS? ¡OS DARÉ TODO LO QUE TENGO PERO POR FAVOR, NO LE HAGÁIS DAÑO A MI FAMILIA!

Silencio.

- ¡Oh, Dios mío! ¿Qué he hecho para merecer esto? - sollozaba.

De pronto, Rick comenzó a respirar muy rápidamente. Se llenó de furia y comenzó a hacer fuerza con sus brazos y piernas. Sus venas y músculos se hinchaban. La sangre subía hasta su cabeza y gruñía sin dejar de hacer fuerza. Los goznes y las cadenas comenzaron a dilatarse y a chirriar. Rick parecía estar fuera de control. Lentamente los hierros empezaron a romperse. Consiguió ponerse en pie y corrió hacia...

Un hombre de unos 60 años entró en la habitación en la que Rick seguía encadenado, inconsciente aún por los golpes que recibió cuando iba camino a casa. Sacó una pistola que llevaba en el cinturón e impasible, frío y sin temblar ni un ápice, disparó a la cabeza de Rick.